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Reportaje:

Los rostros más célebres del Ateneo

La veterana institución cultural madrileña edita su 'Galería de retratos' a 30 euros

Hay en Madrid un espacio singular que expresa casi sin interrupción, desde 1884, la pujanza del pensamiento libre, la fogosidad de la polémica política y estética, más la pluralidad de criterios que signa -incluso bajo los periodos dictatoriales- el pulso de la vida intelectual de la ciudad: es el Ateneo Científico, Literario y Artístico, cuya sede se encuentra en la calle del Prado, 21. Decano de los institutos culturales madrileños, acaba de culminar la primera fase de una profunda innovación. De ella fue testigo este martes Esperanza Aguirre, presidenta del Gobierno regional.

Con el Ayuntamiento y Fundación Caja Madrid, la Comunidad cofinancia desde años atrás una profunda reforma estructural del Ateneo, incrementada ahora con otras iniciativas de alcance. La más reciente ha sido la cuidada edición de un libro de título grabado en oro -Galería de retratos se llama-, con 162 láminas a todo color, paginación de consistente gramaje y concisos textos.

Hasta 162 fotografías en color ilustran el libro, compendio de la historia de España

El libro reproduce la excelsa nómina de efigies de personalidades ateneístas -acompañadas por sucintos relatos biográficos- que hasta ahora decoraban distintas estancias del Ateneo, sus pasillos y salones. El volumen, que se vende al precio de 30 euros, constituye con certeza la más completa relación de personalidades de la vida intelectual española jamás reunida. Se presenta ornamentado en su portada con un bellísimo medallón polícromo dedicado al Arte de la Pintura, en rarísimo estilo neogriego, surgido en 1884 del estudio del arquitecto Arturo Mélida y Alinari -escultor, entre otras, de la estatua de Colón- y reproduce el que figura en el recobrado techo del Salón de Actos.

Produce una emoción especial comprobar en este libro cómo entre los muros del Ateneo convivieron durante años, con mutuo respeto, talentos como el del prematuramente desaparecido Mariano José de Larra o José de Espronceda, mucho más conocido por sus piratescas odas que por su condición de magnífico economista y parlamentario ponente de leyes arancelarias; personalidades políticas tan dispares como Manuel Azaña, presidente de la República Española, o José Antonio Primo de Rivera, fundador de Falange; o genios del cine como Luis Buñuel, un ácrata con carné del Partido Comunista de España -como acaba de revelar el escritor y político Armando López Salinas- o pensadores como el bilbaíno, enraizado luego en la Universidad y preso domiciliario en la Salamanca de 1936, y también ateneísta Miguel de Unamuno: gafas en la nariz, perfil recortado, tupé, barba y cuellos de camisa sobre un jersey, tal fue el atuendo de cuantos en España se consideraban filósofos.

Alejandro Sanz, de la Comisión ateneísta de Cultura, responsable de la supervisión de la edición de los retratos, se ufana al informar de que el compositor Manuel de Falla fue, en su día, secretario segundo de la Comisión de Música del Ateneo.

Lo comenta con una sonrisa, porque al enumerar el elenco de los próceres de la institución madrileña sabe que parece inverosímil que en él figuren tantas personalidades de la talla de la escritora naturalista Emilia Pardo Bazán; el estadista republicano Francisco Pi y Margall; el sacerdote liberal Alberto Lista; el científico Santiago Ramón y Cajal; Ramón María del Valle-Inclán, precursor del realismo mágico, o Enrique Tierno Galván, catedrático y alcalde de Madrid; y entre los pintores, pinceles como los de José Casado del Alisal, Federico de Madrazo, Vicente Palmaroli o Joaquín Sorolla.

Evocar a través de todos ellos la confrontación de ideas que surca los foros del Ateneo permite saborear un aroma de libertad y procura el gozo de un transitar por la historia de España lleno de sorpresas, como subraya el académico Pedro Navascués y corrobora José Luis Abellán. Éste, hoy muy principal historiador del pensamiento español, preside el Ateneo, de cuyos fondos -hasta medio millón de volúmenes - anuncia su informatizción, así como una específica página web.

Asimismo, informa de la prosecución de las obras de Prado, 19, edificio anejo cuyo remozamiento se añade a la reforma estructural acometida en Prado, 21. Aquí, el salón de actos, sumido un par de años en la rehabilitación de su estructura, decoración, climatización y sonido es ya ahora, por su historicidad, plataforma idónea para acoger las mejores manifestaciones de la palabra, lema que signa el incesante y apasionado quehacer del Ateneo.

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