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Reportaje:

La trágica cuna del motociclismo

Nico, de 16 años, fallece tras sufrir un accidente a 200 km/h en una competición en la que, por categorías, participan chicos de entre 8 y 18

Nicolás Santana, un motociclista grancanario de 16 años de edad, murió en la madrugada del pasado domingo en el hospital La Fe, de Valencia, a causa de las heridas que se produjo en un accidente en el circuito valenciano de Cheste. Nico, como le conocían en el paddock, arrolló con su Yamaha 600 y a más de 200 kilómetros por hora a otro piloto cuya moto había reducido súbitamente su velocidad debido a un fallo mecánico.

El dispositivo dispuesto en caso de emergencia -una unidad móvil de cuidados intensivos, una ambulancia convencional y un centro médico con tres auxiliares de enfermería y un médico- actuó con suma celeridad, pero la tragedia fue irremediable.

"Las desgracias llegan cuando menos te lo esperas", afirma Julián Miralles, valenciano, ex campeón de Europa y actual director de la Cuna de Campeones, el nombre que recibe el abanico de competiciones que impulsa el circuito Ricardo Tormo, pionero en la organización de campeonatos de promoción.

Arrolló en el circuito de Cheste a otro piloto cuya moto redujo de repente su velocidad por una avería

"Nico tuvo muy mala suerte", prosigue Miralles; "iba a rebufo de otro piloto que esquivó en el último momento al compañero que tenía problemas mecánicos. A él, en cambio, no le dio tiempo y se estampó contra él".

La muerte de Santana, que participaba en la primera prueba de la categoría Sólo Moto Sport, motocicletas de 600 centímetros cúbicos, ha abierto de nuevo el debate sobre la seguridad en los circuitos y la edad de los participantes, que son cada vez más y más jóvenes.

En la Cuna de Campeones compiten niños desde los ocho hasta los 18 años divididos en ocho categorías. El escalón más bajo son las minimotos, que alcanzan como mucho los 60 kilómetros por hora; el más alto, las Superseries de 1.000cc, con velocidades superiores a los 200 kilómetros por hora.

"Los circuitos son cada vez más seguros", asegura Juan Antonio Gil, secretario de la Federación Motociclista Española; "si no fuera así, las compañías de seguros huirían despavoridas del motociclismo de competición y no lo hacen. La muerte de Nico es la tercera que se produce en los últimos 12 años. La racha se quebró en 2003 con la muerte de Daijiro Kato en Suzuka". El trazado japonés fue eliminado de Campeonato del Mundo por Dorna, la empresa organizadora de la competición.

El año pasado también falleció Miguel Á. Ferrer, de 30 años, durante unos entrenamientos en el circuito catalán de Calafat previos al campeonato de Cataluña. Esta instalación fue clausurada judicialmente a raíz del mencionado accidente.

El pasado fin de semana se reunieron en Cheste casi 120 chavales y jóvenes. Todos participaron en la primera carrera de las seis de que consta la Cuna de Campeones. Cada uno, en su categoría.

La mayoría de ellos fueron escogidos en unas pruebas de selección que se celebran en septiembre. Cientos de chicos acuden animados por sus padres a mostrar sus aptitudes. De la nada han salido pilotos como Héctor Barberá, tercero el año pasado en el Mundial de 125cc. Y muchos otros, como Julián Miralles, júnior, quien el año pasado se pegó un costalazo que le mantuvo ocho meses sin poder entrenarse.

"Para llegar a las cilindradas altas hay que pasar antes por una serie de escalones. A cualquiera no se le facilita una moto. Debe cumplir unos requisitos", explica un técnico del circuito.

Nico tenía cualidades. En Cheste ya le conocían: en 2003 participó con una motocicleta de 125cc, pero, como era un tanto corpulento para tan poca cilindrada, decidió pasar a la categoría de 600cc.

"Era un chico que te dejaba marcada", recordó ayer una empleada del circuito; "era bastante reservado y callado, pero tenía muchos amigos en el paddock".

La primera vez que Nico pisó la Península fue en abril de 2003. Llegó procedente de Arucas, a unos 30 kilómetros de Las Palmas, donde nació. Alucinó con el circuito de Cheste, cuentan quienes le conocían. Siempre viajaba en avión mientras su padre, Nicolás, policía local, embarcaba la caravana de campista con la motocicleta en un buque cuyo destino era Cádiz, Jerez o Barcelona. Desde cualquiera de estas ciudades se desplazaban luego a los circuitos.

"El padre siempre embarcaba la roulotte con bastantes días de antelación. Durante el tiempo que permanecían en la Península dormían en la caravana", cuenta Eduardo Nogués, director del trazado de Cheste, quien el lunes viajó hasta Gran Canaria con los padres de Nico. "El muchacho, como su padre, era un apasionado de las motos".

Nico se curtió en la pista del aeroclub de San Bartolomé de Tirajana, al sur de Gran Canaria. "En las islas hay mucha afición, pero carecemos de una instalación idónea", afirma Oliver Santana, presidente de la Federación Interinsular de Motociclismo de Las Palmas. Allí, en una pista de aterrizaje, participó en sus primeras carreras el piloto de Arucas. Su padre le metió el gusanillo de las motos. Su madre nunca puso pegas. Era hijo único.

Con la experiencia que adquirió en las competiciones territoriales, Nico dio el salto a la Cuna de Campeones en 2003. Su sueño de llegar a lo más alto se truncó en la recta del circuito Ricardo Tormo a más de 200 kilómetros por hora.

Nico Santana, en el circuito de Cheste, junto a su padre (a la derecha).
Nico Santana, en el circuito de Cheste, junto a su padre (a la derecha).

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