El informe de un alto mando militar en Irak precipitó la decisión de Zapatero
El general Ayala, 'número dos' de la división polaca, censuró la estrategia adoptada por EE UU
En la decisión del presidente del Gobierno de acelerar el repliegue de las tropas en Irak, motivada por su compromiso electoral, resultó también "decisivo" un informe del general español José Enrique de Ayala, segundo jefe de la división centro-sur, que consideraba imposibles de cumplir las órdenes ofensivas del mando estadounidense. Así lo afirmó el domingo el ministro de Defensa, José Bono, en un viaje relámpago de seis horas a Base España, en Diwaniya. El repliegue se está acelerando, con la intención de completarlo con varios días de adelanto sobre la fecha límite prevista, el 27 de mayo.
La salida de Irak "es una operación de alto riesgo", explica el jefe de la unidad de repliegue
Según relató el general Ayala, la discrepancia entre los militares españoles y polacos, de una parte, y el mando de EE UU, de otra, surgió a consecuencia del "punto de inflexión" registrado el pasado 1 de abril en la situación en Nayaf, la capital espiritual chií, donde permanecían destacados 200 soldados españoles.
Hasta entonces, explicó el general, "manteníamos una actitud conciliadora, y no hubo agresiones". Pero el mando militar de EE UU declaró "hostil" el movimiento encabezado por el clérigo radical Múqtada al Sáder, ordenó "operaciones ofensivas a gran escala" contra sus seguidores, cerró su periódico y, el día 3, detuvo a su lugarteniente en Nayaf, Mustafá al Yaqubi.
"Esta detención se produjo sin que nos consultaran; si nos hubieran preguntado, yo la habría desaconsejado", manifestó el general Ayala. Enseguida se produjo el levantamiento chií, algo que los militares españoles "ya habían advertido". El mando de EE UU se limitó a explicar que "las órdenes venían de Washington".
El militar español elaboró un informe para su superior polaco, el general Mieczyslaw Bieniek, en el que recordaba el carácter de la unidad española. "No somos una fuerza ofensiva, nuestro mandato no era ése, nuestra misión era contribuir a la estabilización y la reconstrucción, y además no disponíamos de los medios para desarrollar una estrategia ofensiva", resumió el general Ayala ante el ministro Bono y los periodistas que le acompañaban. El mando de la división polaca "hizo suyo" este planteamiento.
De modo que los militares españoles se vieron abocados a desempeñar un papel de meros "testigos de un conflicto, testigos mudos de una situación que ni se comprendía ni se compartía", concluyó el general.
Ese informe, cuyas líneas maestras fueron conocidas por Bono de su predecesor Federico Trillo en el período de transición hasta la formación del nuevo Gobierno, "resultó decisivo", aseguró el ministro de Defensa, para la decisión del jefe del Gobierno de acelerar el regreso de las tropas españolas, puesto que no podían cumplir su misión y, además, se enfrentaban a un hostigamiento continuo, que sólo ha remitido parcialmente en los últimos cinco días.
Bono explicó también que entre los dirigentes socialistas había tres posiciones, dos minoritarias (mantener el contingente o esperar a una resolución de la ONU antes del 30 de junio) y la unánimemente compartida por el Consejo de Notables formado por Zapatero antes de las elecciones, ordenar el regreso inmediato.
Al convencimiento de que la condición para mantener las tropas españolas en Irak (el traspaso de la dirección política y militar desde la fuerza ocupante a la ONU), resultaría imposible de cumplir, incluso después del 30 de junio, contribuyeron poderosamente las entrevistas celebradas en secreto por el hoy ministro Bono con el secretario de Defensa de EE UU, Donald Rumsfeld, y su colega británico, Geoff Hoon.
"Le pregunté a Rumsfeld en el Pentágono si aceptarían que la operación militar quedase a cargo de Naciones Unidas", relató Bono, "y me respondió: 'Mientras ocupe este sillón, jamás un jefe no estadounidense mandará sobre un soldado de EE UU". Bono comunicó esta conclusión "por teléfono móvil, desde el Capitolio", a Rodríguez Zapatero. Y enseguida, en Londres, obtuvo idéntica respuesta del ministro británico de Defensa.
Cuando en la mañana del día 18 el ya ministro se reunió con la cúpula militar, advirtió a sus miembros de que no celebraban una sesión deliberante, "sino ejecutiva, para cumplir una instrucción" que el nuevo presidente del Gobierno haría pública esa misma tarde: "Nos vamos". Todos aceptaron, pese a las distintas posiciones personales iniciales. Con anterioridad al traspaso oficial de poderes, Bono había solicitado la realización de los planes técnicos para el repliegue, aunque sin un calendario prefijado.
El calendario está siendo acelerado y podría concluir antes de la fecha inicialmente fijada, el próximo día 27. El repliegue de Irak, bautizado como Operación Jenofonte, es un plan "de combate, de alto riesgo por el entorno hostil, y tan complicado como la entrada, por el peligro de que los múltiples transportes necesarios [hay que recorrer 430 kilómetros hasta Kuwait] nos hagan predecibles", explicó el general José Muñoz, jefe de la Unidad de Repliegue del Contingente Español.
"Nos han bombardeado muchas noches y no hemos tenido bajas", agregó. Desde el 5 de abril se han contabilizado 255 granadas de mortero lanzadas contra las bases españolas, tres emboscadas, un ataque a helicópteros y 10 ataques a convoyes y patrullas. La base Al Andalus, en Nayaf, ya desalojada, fue atacada el 91% de los días, y Base España, en Diwaniya, el 53%.
Aunque en la última semana el hostigamiento ha disminuido, el pasado sábado las patrullas descubrieron un paquete con tres granadas de mortero y un arma antitanque a 300 metros de la puerta sur de la base, preparadas para su uso.
Al Sáder prometió que no obstaculizaría el repliegue español. "Dudo de que sea capaz de controlar a los suyos", apuntó Muñoz para explicar ese incumplimiento. Y es que las milicias hostigantes, compuestas de fanáticos y delincuentes, según fuentes militares españolas, operan en el caos y la desorganización.
Aunque exhiben gran movilidad, porque lanzan sus granadas de mortero desde vehículos en marcha que luego penetran en la ciudad para perderse en el tráfico, lo que dificulta más su localización. Por eso, las fuerzas españolas no se limitan a asegurar el perímetro de la base semiasediada, sino que realizan frecuentes patrullas en su entorno.
Pese al caos de la milicia irregular, ésta sigue reclutando descontentos, hasta el punto de que el gobernador de la zona, Hazim As-Shalan, bendecido por la autoridad ocupante, que debía entrevistarse el pasado domingo con Bono, no acució a la cita, porque acababa de desertar con 40 de sus seguidores.
En este ambiente conflictivo, se han replegado hasta ahora 94 militares españoles y 299 dominicanos, además de 93 contenedores y 50 vehículos o máquinas de trabajo, lo que supone un 25% del material. Los convoyes son protegidos durante el tramo más conflictivo en la ruta desde Diwaniya hasta Kuwait en una operación de escolta de ida y vuelta de tipo "lanzadera". Quedan pendientes más de media docena, pues el grueso se deja lógicamente para el final, con objeto de asegurar una masa crítica suficiente de autoprotección.
El repliegue cuenta con el apoyo de vehículos de transporte de EE UU. "La cooperación de británicos y estadounidenses es ejemplar; cada vez que hemos necesitado transporte o apoyo aéreo nos lo han dado, y sin reticencias", aseguró el ministro de Defensa. Media docena de militares consultados, desde el general Muñoz hasta el comandante Caixas, responsable operativo en Kuwait, coincidieron en que "la colaboración es total y satisfactoria".
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