Zapping
Colapso
Urgencias es, además de un clásico de la televisión médica, una intensa serie de autoayuda. Retrata el colapso de un hospital e incluye pinceladas de denuncia que conciencian a la audiencia. El doctor Carter resume la situación: "Demasiados pacientes, poco personal y pocas medicinas". Quizá por eso Carter busca durante unos días la redención en África como voluntario en una zona de guerra (otro que cambia de aires: Luis Herrero, con su ironía habitual, anunció en La mirada crítica que, si le votan, se exiliará a la lluviosa Bruselas y ejercerá de político).
Asfixia
En el hospital de Urgencias, mientras tanto, se combate el dolor con adrenalina y vocación. El ritmo puede parecer efectista, pero es una interpretación acelerada de la realidad. La violencia es capeada entre frases cargadas de jerga médica. Es una ficción más verosímil que las entrevistas en las que los políticos intentan, desplegando otra jerga, ahuyentar con vaguedades las urgencias del mundo. En una habitación, una anciana budista agoniza. Antes de morir le dice al doctor Carter: "Cuánta tristeza". ¿Es la tristeza el motor de la televisión? Si te duele el alma, te la adormece. Si estás animado, te devuelve lo más absurdo de un mundo en el que es posible ver a Juan Ramón Lucas, nuevo presentador de 7 días 7 noches, desperdiciando dos huevos en Como la vida.
Hemorragia
Se rumorea que Ricardo Bofill está liado con Ana Turpin, ex actriz del culebrón Géminis. A la novia oficial de Bofill, la cantante Paulina Rubio, le atribuyen un romance con José María Torre, actor del culebrón Agujetas de color rosa. Rubio es, además, hija de Susana Dosamantes, que encarna un personaje de Rebeca, el nuevo culebrón de TVE. La telenovela acaba siendo telerrealidad con el mismo descaro con el que La casa de tu vida imita los culebrones. Redundante canibalismo de género, una patología que también debería pasar por urgencias.
Oxígeno
Joaquim Maria Puyal, periodista radiofónico en activo y televisivo en pasivo, y erudito de la comunicación, fue a la Universidad de Lleida a dar una interesantísima conferencia. Habló de cómo los medios de comunicación ceden a las exigencias de grupos empresariales y políticos, y de cómo esta erosión reduce la libertad de una audiencia que, pese a financiar los medios con sus impuestos o cuotas, acaba reducida a la condición de votante-consumidor. Puyal aboga por un espectador activo y crítico, que cuestione el qué y el cómo, combata la adicción hipnotizante y se resista a la opacidad de los poderes. Les dejo con él: "Un espectador adicto ha perdido la capacidad de tomar decisiones personales (sus líneas de comportamiento están ya prescritas), y debido a la inercia y a la dócil aceptación de automatismos colectivos, ha acabado confundiendo lo que es corriente (hecho generalizado) con lo que debería ser normal (hecho lógico)".
