Una celebración laica
La primera parte de este espectáculo de Patas Arriba se acoge a una estrofa de Joan Manuel Serrat, y la segunda a un decir de María Zambrano. Lo mismo podría haber sido a la inversa. En Dícese, primera parte, se pinta en una pizarra transparente un mensaje que viene a decir más o menos que la suma de lo que somos es el resumen de nuestras perversiones. Feliz expresión, que poco después se enriquece con la inclusión del término belleza como encabezamiento, de la que el espectador espera acaso que se vaya transformando al compás del desarrollo de la coreografía, estableciendo variaciones cada vez más ricas. No es así, de manera que ese grafitti interno queda de manera indeleble como mensaje ingenuo de una propuesta que comienza con un recitado anatómico acerca de las características de la piel y termina con una curiosa versión bailada de La Bambola de Patti Bravo.
'Dícese' y 'Sacra' por Patas Arriba
En producción del Centre Coreogràfic de Teatres de la Generalitat. Intérpretes, Arancha Sagardoy, Geles Alonso, Eneko Alkaraz, Diana Huertas, Gustavo Ramírez, Mario Zambrano, Asun Noales. Músicas, Collage Música Sacra, Pan Sonic, Albinoni, Granados, Patti Bravo. Iluminación, José Manuel Cereiriña 'Ciru'. Vestuario, Carlos Haro. Espacio escénico, Asun Noales, Gustavo Ramírez. Espacio de vídeo danza, Mario Alberto Zambrano. Dirección y coreografías, Asun Noales, Gustavo Ramírez. Teatro Rialto. Valencia.
Lo más notable de esta primera parte de un espectáculo muy meditado es que ensaya osadías moderadas que no se atreve a cerrar del todo, como es el caso de ese mensaje de pizarra que ofrece más posibilidades de las que finalmente contiene, y como sucede también con algunas ambigüedades, quizás tan indeliberadas como el tiro al larguero de un Ronaldo más avispado de ideas que de capacidad resolutiva ante la mirada del espectador atento.
Registro coreográfico
En Sacra, segunda parte, el registro coreográfico es otro, y también los referentes, digamos, más orientalistas, o universales, o de mestizaje. Como ustedes quieran. En realidad, es un canto a la vida, impresionante en algunos de sus momentos de mayor esplendor, y triviales cuando baja el tono. Una voluntad manifiesta de recurrir a diversos universos sonoros como origen del movimiento produce una proliferación de los márgenes a partir de la génesis central, que en realidad parece ser una pregunta antropológica (¿de ahí la cita de la Zambrano?) acerca de cómo es posible que de una pareja pueda nacer el otro. Al margen de esas reflexiones, abundantes en los programas de mano de danza contemporánea pero algo más ocultas en sus manifestaciones escénicas, el resultado global es muy apreciable, derroche de pétalos de flores incluido, hasta ese final de agua sobre los sones de El Cristo de los toreros, de Curro Piñana. Quiere emocionar. Y lo consigue a ratos.
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