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Reportaje:

Los nuevos cien años de Estíbaliz

El santuario alavés conmemora el centenario de su recuperación después de siglos de abandono

En 1904, se inauguró la restauración del santuario de Estíbaliz, una de las cumbres del románico en el País Vasco y lugar de referencia para los pueblos de Álava desde el siglo XII. Cien años después, la iglesia y el monasterio de benedictinos adyacente conmemoran el aniversario entre la incertidumbre y la esperanza. De momento, más cerca de esto último con la publicación de un estudio histórico-artístico del templo y la puesta en marcha de una hospedería que quiere mantener la tradición de espacio de acogida y encuentro de la que ha gozado Estíbaliz desde su fundación.

Las imágenes que se conservan del monasterio de finales del XIX son reveladoras: el abandono era total y la ruina amenazaba al templo románico, que había visto cómo el incendio provocado por un rayo había acabado con el monasterio adyacente en 1828. Pero, en ese último cuarto de siglo XIX, la sociedad alavesa comienza a vivir un ambiente de renovación, tras las derrotas en las guerras carlistas, que hará posible la recuperación del santuario.

Hay un resurgir económico, social, científico, cultural. Un grupo de botánicos inquietos planta la sequoia de las Ursulinas, en el centro de la ciudad, abre la Cámara de Comercio, comienza a funcionar la Granja Modelo para la Promoción de la Agricultura de Arkaute... "En ese contexto, se restaura la imagen de la Virgen de Estíbaliz en 1897, primer paso en la recuperación del enclave", recuerda Emiliano Ozaeta, uno de los siete monjes que mantienen la comunidad de benedictinos que se recuperó en 1923, después de casi cuatro siglos de ausencia del monasterio.

Mientras la imagen recuperada de la patrona de Álava participa en las manifestaciones para el fin de las guerras de Cuba y Filipinas, se dispone la rehabilitación del templo, que concluye en octubre de 1904 con una gran peregrinación. Más de 5.000 personas procedentes de todos los pueblos de Álava, desde Llodio a Moreda, llegaron hasta Estíbaliz bajo un auténtico temporal.

Era la muestra clara de la voluntad de recuperar un lugar de encuentro que en la Edad Media consiguió apaciguar no pocas disputas entre los bandos de los Guevara y los Mendoza. Y también se quería devolver la importancia a un templo clave en el camino de Santiago, que muestra en sus piedras rasgos de la convivencia entre cristianos, musulmanes y judíos que predicaban algunos de los benedictinos que lo fundaron.

Este espíritu conciliador se mantiene durante el siglo XX, por ejemplo, cuando es elegido por la Institución Libre de Enseñanza como un lugar idóneo para colonias de escolares. Incluso, en sus actos más señeros, las peregrinaciones que eran regionales contaron con la presencia de los diputados de Álava, Vizcaya, Guipúzcoa y Navarra y de los alcaldes de sus respectivas capitales.

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El declive de la Iglesia católica también afecta a Estíbaliz, que ve desaparecer en los setenta el seminario que acogía. Son años de incertidumbre y cierto abandono. Pero los benedictinos no se arredran y en septiembre de 1997 inauguran unas nuevas instalaciones, con una cripta impresionante y distintos espacios multiusos. Se quería recuperar la tradición de lugar de acogida y ya se utiliza por grupos de cristianos y por otros usuarios más célebres. De momento, el mensaje de las piedras de la iglesia, excelentemente descrito en La basílica de Estíbaliz por Jesús María González de Zárate y fotografiado por Lino González, parece que tiene cuerda para rato.

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