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El Fórum que no será un 'fórum'

A tan pocos días de la inauguración del Fórum 2004, lo que más destaca es que casi nada es llamado por su nombre auténtico. Lo más evidente es que la explanada con forma de dedos a la que se llama La Plaza no será una plaza, ya que una plaza es un lugar de dominio público y no un recinto de acceso restringido en el que se paga entrada; nunca puede ser un recinto cerrado y bunkerizado, sino que debe ser un lugar con memoria y de acceso libre, atributos ausentes en una intervención que ha borrado la memoria de los que vivieron y murieron en aquella zona. En esta plaza que no será una plaza, una de las 10 atracciones más señaladas es un speaker's corner para discursos y debates. Nada más falso, ya que un púlpito como éste ha de estar en un lugar público, como el Hyde Park de Londres, y no en un recinto de pago en el que quien haga las proclamas esté contratado por el Fórum 2004.

En el Fórum la confusión de términos prolifera y casi nada tiene el nombre que le corresponde realmente

A partir de aquí las confusiones de términos proliferan y casi nada tiene el nombre que realmente le corresponde. Lo que se denomina playa no tiene arena, sino que son unas escaleras que bajan al mar. Las islas no son románticos islotes, sino pragmáticas escolleras. A la nueva área de destino universitario se le denomina Campus de Llevant, pero es muy difícil que pueda llegar nunca a tener morfología de campus universitario un edificio megaestructural de forma tan irregular y condicionado por dos vías rápidas.

Aún hoy, el recinto de Fórum no se reproduce en los medios de comunicación con fotos aéreas reales, sino que se siguen utilizando renders, dibujos y fotos retocadas, como si fuera una típica promoción inmobiliaria privada. Pero el edificio Fórum, ya terminado, no puede engañar a nadie, como hacía cuando era una maqueta o un render: no pasa de gigantesca discoteca hortera de los años sesenta en las afueras de una ciudad de provincias, muy a tono con el centro comercial de Diagonal Mar, bueno para las afueras de una ciudad norteamericana de cuarta. En cambio, el centro de convenciones, proyectado por José Luis Mateo, es un edificio digno y razonable en este marasmo de improvisaciones.

El Fórum se inaugura como un simulacro de sí mismo, un parque temático sobre las cuestiones de la paz, la diversidad cultural y la sostenibilidad, de las que ha sido excluida cualquier implicación política. El resultado muestra las secuelas de un pacto político con el Gobierno del PP, que aportó tan poco pero que ha tenido un precio tan alto. Por ejemplo, en los últimos años la política de vivienda social ha seguido servilmente los criterios neoliberales y desregularizadores del Gobierno central y, en concreto, no se ha hecho nada de las viviendas proyectadas dentro del área del Fórum, junto a La Mina.

La suma de errores que se han ido guardando en el armario ha culminado con la decisión de la dirección de rechazar un estudio muy fiable, hecho por miembros lúcidos del mismo equipo del Fórum, que proponía no cerrar el recinto, sino dejarlo abierto a todos y que el ticket sirviera para entrar en cada uno de los acontecimientos, en los edificios del Fórum y en toda la ciudad. Con esta propuesta desestimada no sólo se hubiera realizado un auténtico fórum, abierto a todos, sino que se ahorraban varios millones de euros en vallar y bunkerizar. Y uno se pregunta si quitarán algún día las vallas.

Y es que el urbanismo del Fórum, tan fragmentado y desproporcionado, hecho de edificios aislados e inconexos, no está pensado a escala del peatón, perdido en la inmensidad de la plataforma, debajo de la gigantesca pérgola de paneles fotovoltaicos (que es más un edificio anuncio que un auténtico elemento urbano sostenible), junto a muros a veces de varios pisos de altura, sino a escala del automóvil, a partir de la visión fugaz de la velocidad y de los medios de comunicación, de la avaricia de la rentabilidad y las inversiones rápidas. Cuando la ciudad se proyecta desde el punto de vista del recorrido peatonal, adopta una morfología distinta a la que presenta cuando se proyecta desde la lógica del coche. Y el área del Fórum se ha pensado tal como se hizo el nudo de Glòries; no está proyectada desde la escala humana, para quien pasea por ramblas y campus, por calles y morfologías urbanas capilares y porosas.

A la gestación urbana del Fórum 2004 no sólo le ha faltado sentido común y transparencia, sino sobre todo tiempo, el tiempo razonable para hacer y sedimentar una ciudad auténtica, y el tiempo que todos los grandes proyectos necesitan para mediar, negociar y evolucionar, para ir madurando y creando su propia memoria. La arquitectura del Fórum se ha quedado en una primera maqueta congelada.

Todo esto nos lleva a concluir que el Fórum no será un fórum, en lo que el concepto de foro tiene de lugar abierto y libre para el diálogo y el debate; la mayoría de ciudadanos sólo lo podrán seguir por los medios de comunicación, con nulas posibilidades para participar. Ya que este Fórum no será un fórum, ahora se entiende que el sistema de acceso público por excelencia, el metro, especialmente la línea 4, siga siendo casi igual que en la época de Porcioles, con vagones obsoletos y estaciones tercermundistas, de estrechos andenes y condiciones de seguridad incumplidas en muchas de ellas por la escasez de salidas. Y es que realmente no hace falta un auténtico metro del siglo XXI pensado para el acceso de peatones para ir a un Fórum que no es sino un evento mediático. Con seguir el simulacro del Fórum por televisión va a ser suficiente. Y por ello, el recinto del Fórum es, de hecho, lo que le corresponde: un inmenso y costoso plató de televisión al aire libre, de mucho hormigón y poca sosteniblidad.

Josep Maria Montaner es arquitecto y catedrático de la ETSAB-UPC.

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