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Columna
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De un trago, un río

No me vengas ahora con monsergas: tú sabes muy bien cómo se tragaron todo un río, y con el río, la agricultura, y con la agricultura, los agricultores, y con los agricultores, los alimentos terrestres, las hortalizas, los cítricos. Tú sabes muy bien cómo se roban las aguas del río y se les destina a otros usos más rentables, para los especuladores, y los especuladores se embolsan sus buenos dineros, sin ningún escrúpulo y untándoles conciencia y bolsa a ciertos cargos, bien blindados de cinismo y artificios y posos de urna. Y, un día, con tanto caudal invertido en infraestructuras turísticas, con tantas urbanizaciones, en medio del antiguo melonar, y sus elegantes palitroques de golf, el asunto se desbarata y salta el PHN y el conflicto de los trasvases, y cada quien quiere llevarse las aguas a sus secretas cisternas para traficársela al mejor postor, que no suele ser huertano ni asalariado de la azada, Por eso aplaudes el anuncio de que la ministra Cristina Narbona le meta una auditoría interna a la Confederación Hidrográfica del Segura y se disponga a relevar a los gestores de la entidad. Y es que la fiscalía de Medio Ambiente de Madrid denuncia "la existencia de una trama empresarial dedicada a la detracción ilegal de aguas de esa comunidad" (se refiere a la murciana), amparada por altos cargos de la referida Confederación. Pues bien, te reprocho tu pasividad, porque ya van 25 años así, y sólo te has limitado a colocarte una máscara de rana y a pegarle sustos a las autoridades locales. Y mientras el Segura, por la Vega Baja, y más arriba, se pudría de vertidos tóxicos, con muchas complicidades, con demasiados silencios. Menos mal que ahora andan en pie de exigencia las huestes Pro-Río de Orihuela. Quizá aún se cumpla lo que vaticinó Leo Ros, aquel contumaz reportero, que en medio de tanta podredumbre, allá por 1980, descubrió varado en una desembocadura de grasas, plásticos y porquerías, un humilde bolígrafo. Lo recuperó con la ayuda de una caña y lo probó en una libreta: ¡Aún escribe!, gritó. Y fue como una denuncia. Y la consagración del agua.

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