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Crítica:LAS VENTAS | LA LIDIA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Y volvieron los toros de Murteira Grave...

Desde 1998 los toros de Murteira Grave no se lidiaban en Las Ventas. Había interés por ver a los portugueses, afamados por lo ofensivo de sus pitones, su comportamiento agresivo, y ese cuajo y seriedad que imponen en el ruedo. Esos Murteira que inmortalizó César Rincón en su segunda salida a hombros en Madrid, en tarde en la que el corazón de la afición vibró y encandiló el cielo con sus olés de metal sonoro e incandescente. El de los días grandes. Los mismos que torearan con desigual fortuna aquel 1998 los entonces tres tenores, Joselito, Ponce y Rivera Ordóñez.

La expectación era lógica y la plaza registró una buena entrada. La temperatura extraordinaria y el sol doraba el albero. Pero salieron los toros portugueses y en buena parte defraudaron. Carecieron de esa agresividad nota de la casa y, sobre todo, adolecieron de fuerzas.

Murteira / Elvira, Ortega, Paulita

Cinco toros de Murteira Grave, bien presentados, aunque con diferentes hechuras, mansos y blandos; 5º noble; primero devuelto por inválido; corrió turno, y saldría un sobrero de Julio de la Puerta, encastadillo, en 6º lugar. Alberto Elvira: estocada desprendida (división); media tendida y dos descabellos (silencio). Chamón Ortega: bajonazo (leve petición y saludos); media tendida, pinchazo hondo, metisaca y estocada (división de opiniones). Paulita, que confirmaba la alternativa: estocada (silencio); estocada delantera y cuatro descabellos (silencio). Plaza de Las Ventas, 25 de abril. Un tercio de entrada.

Es un mal que aqueja a los toros no solo de las ganaderías comerciales, sino a las que tienen por bandera la casta y la pujanza. Qúe lástima. No obstante hubo un buen toro, el quinto, que además fue bien picado por José Almarcha, en dos varas en las que se agarró por derecho y arriba. ¡Aleluya! Más en estos tiempos de la tauromaquia en los que la suerte de varas está como echada a perder.

Salió pues el primer toro de Murteira Grave, precioso de hechuras, bajo de agujas, ofensivo pero armonioso de pitones, y empezó a renquear tras los primeros lances de capote, limpios y templados, por el pitón derecho a cargo de Paulita, y hubo que devolverlo, aunque el presidente se resistiera y tuviera que esperar a ver al bello animal rodar por los suelos de puro blando.

Paulita tuvo que confirmar su alternativa con el sexto, pues corrió turno, y digamos que su labor resultó muy discreta ante al manejable toro, pues se estrelló demasiado contra el trapo rojo y sufrió dos desarmes. Salvó la papeleta en parte al tirarse a matar por derecho y cobrar una buena estocada. En su segundo, sobrero de Julio de La Puerta, manejó bien el capote, y luego no entendió a una res encastadilla que repetía y había que templar y a continuación mandar. Volvió, de acuerdo estamos todos, a irse detrás de la espada muy recto en el primer envite.

Desfondado

Alberto Elvira es un torero de corte elegante y templadas maneras, que en su primero nos brindó un comienzo de faena bonito y sentido, aunque sin ligar, como sería su actuación, que nunca rompió. En su segundo, de escasa fuerza, repitió ese principio preciosista pero sin continuidad, ante el nulo juego de un toro que se desfondó.

Chamón Ortega hizo lo más relevante de la tarde, lo mismo con el percal que con la muleta o pañosa. En su primero fue a mejor, sin redondear faena que terminó con unos ayudados por alto de ejemplar temple. Y el quinto, de noble embestida, acabó por írsele, al no tener en cuenta eso de cruzarse y dejar la muleta por delante. En el pecado llevará la penitencia: la de ajustarse a las leyes del toreo clásico.

Y los Murteira, en fin, que nos dieron un disgusto. Peores cosas nos pueden ocurrir...

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