_
_
_
_
LA CRÓNICA
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Se despejan incógnitas del PP valenciano

Por más discreción que se despliegue en las altas cotas dirigentes del PP valenciano, hasta el menos avisado de los observadores percibe cual será el desenlace de los principales problemas que lo afligen, que en realidad se encierran en dos: si se confirma la elección de Francisco Camps como presidente del partido y qué precio habrá de pagar por ello en forma de concesiones al zaplanismo orgánico e institucional. La solución a la primera incógnita -que en realidad nunca lo ha sido más que a modo de órdago o farol- será formalizada el próximo miércoles en la reunión de la Junta Directiva Regional donde se cumplirán las previsiones sucesorias, y probablemente con muy poca oposición. Sólo los desahuciados políticos, como Fernando Giner, titular de la Diputación de Valencia, y pocos más, habrán de aguantar el tipo si no quieren perder la cara después de la campaña que han desplegado contra el molt honorable.

En cuanto al precio a pagar ya es otro cantar más discutible. Mucho dependerá de la fuerza con que se vea el cada día menos atribulado Camps, que constata cómo sus adversarios pierden gas y se invierte la relación de fuerzas. De tal suerte que mucho nos equivocamos o no erramos al afirmar que está en condiciones de fijar las reglas del juego. Si no todas, sí buena parte. Por ejemplo -y es un parecer contrastado en fuentes fiables- Camps accedería a negociar áreas de control partidario, lo que es razonable habida cuenta de su leve carisma. Pero no cejaría en todo lo referente a la recomposición del Consell para acomodarlo a su propia dinámica política. El momento de ejecutar el cambio tampoco está programado, pero no puede demorarlo mucho si ha de recuperar el crédito perdido.

La nómina de sacrificados y sacrificadas en la crisis prevista corre de boca en boca, pero no nos apuntaremos al bando de los mortificadores, si bien no es fácil soslayar el papelón perdedor que ha asumido Eduardo Zaplana en todo este contencioso. Cierto es que el escenario se trastornó con el batacazo electoral y que era muy difícil dejar desamparados a sus leales en el País Valenciano. Zaplana, y eso le honra, no olvida a los suyos, pero pasma comprobar cómo un político de su perspicacia no adivinó que no siendo secretario general del PP -o algo más- ya no podía hacer de manifasser en Valencia sin provocar la irritación del vecindario, de muchos de sus correligionarios y de la mayor parte de las tribunas mediáticas. El caso de Ciprià Ciscar debió de haberle aleccionado. Tampoco cabe esperar que en el próximo congreso regional se invierta una situación que ya ha ganado el campismo andante.

Pero entronizado definitivamente Camps falta por saber cómo abordará la reforma de RTVV que, a juicio de sus más próximos colaboradores, ha de constituirse en la prueba del nueve de que él y sólo él luce la clámide del poder. La TV autonómica será, como es, el bastión más preciado del clan zaplanista, cuyo control le permite alentar la esperanza de un regreso triunfal, abonado por tan demoledora arma. Ignoramos cómo se ha concertado esta parcela por parte del cuarteto negociador -Gerardo Camps, Carlos Fabra, José Joaquín Ripoll y Serafín Castellanos-, pero el resultado será expresivo del cómo se ha cerrado el contencioso que nos ocupa.

Por fortuna para el PP, su principal adversario, el PSPV, está todavía disfrutando la dulce derrota y ensoñando expectativas. De otro modo al Ejecutivo valenciano le faltarían manos para apagar incendios. Las deudas acumuladas en los cajones de Hacienda, Terra Mítica o la imagen de un muerto económico irredento, los déficit en asistencia social e investigación y etcétera. En suma, la labor esperable de una oposición, le habría impedido ensimismarse en sus rencillas, que ya se prolongan casi un año. Joan Ignasi Pla, el líder socialista, debería preocuparse por esta bajada de guardia, pues bien le consta que sus compañeros de Madrid se han juramentado a reconquistar el País Valenciano, aunque para ello haya de cambiar de candidato. Es un aviso que con toda seguridad también habrá llegado a la calle Blanquerías, sede del partido. Confiemos en que, resueltos unos problemas, se ponga cada cual a la faena de gobernar sin tutelas y fiscalizar con apremio.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_