Seis fallecidos en sólo tres accidentes en los últimos 30 años
La aerostación es la forma más segura de volar. Desde 1974, y según el registro de la Federación Aeronáutica Española, seis personas han fallecido en tres accidentes de globo, incluyendo a las tres que murieron ayer en Santiago. Uno de los siniestros, en 1995, se produjo al caer una persona de la barquilla, y sólo en el de ayer se produjo un incendio, "circunstancia extremadamente rara en un globo", según Antonio Quintana, piloto y presidente de la Federación.
La razón de la baja siniestralidad de un medio de transporte con el que se realiza una media de 15.000 horas de vuelo anuales es que el globo se desplaza a la velocidad del viento, con lo que, incluso el impacto de un aparato al quedarse sin combustible no tiene porqué causar víctimas. Son las brisas las que desplazan el aerostato, por lo que el momento más propicio para pilotarlo, sobre todo en verano, es el amanecer y el crepúsculo, para evitar las turbulencias que crea el calor.
Los globos que vuelan en España son de aire que se calienta con quemadores. El mecanismo de calentamiento del fluído que hace que el globo se eleve es muy sencillo, y ante un conato de incendio basta con cerrar las válvulas de propano. Cuando se produce una fuga, el gas se acumula en el fondo de la barquilla que no se ventila si no se asciende o desciende con rapidez, por lo que la chispa de un instrumento eléctrico o una llamada de móvil podría causar la ignición.
Los globos que gobiernan los pilotos son considerados aeronaves, a diferencia del parapente, por lo que deben pasar las inspecciones periódicas de la Dirección General de Navegación Aérea. Esta clasificación como aeronave conlleva que tras un siniestro, una comisión de investigación determine su causa, como ocurre con los aviones. El Ministerio de Fomento ordenó ayer que se investigara el suceso de Santiago.
500 globos
Además de la más segura, la aerostación es la forma más antigua de volar. Fue en Francia, en 1873, cuando los hermanos Montgolfier consiguieron hacer volar un globo de papel inflado con gas en el que viajaron una oveja, un pato y un gallo. En España, el impulso definitivo llegó en 1991, cuando Tomás Feliú y Jesús González hicieron la travesía del Atlántico en sentido este oeste por primera vez. Hoy, el parque aerostático alcanza los 500 aparatos, que se utilizan con fines deportivos, de ocio o publicitarios.
El número de pilotos de globo ronda los 300. El 90% de los aparatos que utilizan son fabricados, a 24.000 euros la unidad, por Ultramagic, empresa de Igualada (Barcelona), que los exporta a medio mundo. Muchos de ellos pertenecen a pequeñas empresas que los usan para hacer publicidad, el mejor negocio de la aerostación.
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