El Olympiakos acusa al Panathinaikos de instalar micros en su vestuario
El escenario es el siguiente: un partido de fútbol. Los dos grandes equipos de la capital enfrentados. Un derby que levanta pasiones y los más bajos instintos. Un encuentro que puede decidir la suerte del campeonato. Los hechos: unos supuestos micrófonos encontrados en el vestuario del equipo visitante. El objetivo: espiar, durante el descanso, las órdenes del entrenador rival. El desenlace: una investigación cuyos frutos están aún por relatar. Sí, podría ser el guión de una de esas películas de sobremesa que Hollywood exporta como churros. Pero no. Lo arriba relatado es lo que ayer se encontraron los seguidores del Olympiakos cuando, en busca de los últimos ecos del derby del domingo frente al Panathinaikos, se concectaron a la antena radiofónica. Lejos de hablar de los habituales incidentes que rodean al encuentro que levanta más pasiones en Grecia -aunque menores en esta ocasion, tambien hubo piedras, barras de hierro, enfrentamientos, 10 personas heridas y cuatro detenidas- los programas deportivos relataban una historia que algunos no han dudado en calificar como el watergate del fútbol griego.
Porque en esta historia hay también micrófonos y espionaje. Micrófonos que, según los dirigentes del Olympiakos, tenían el objetivo de captar las instrucciones que, Nikos Alefantos, técnico del equipo del Pireo, daba a sus jugadores durante el descanso del derby. Entonces, el encuentro se encontraba en tablas (1-1) y el israelí Gitjak Soum, al frente del banco del Panathinaikos, buscaba la fórmula para que la victoria se quedara en casa. El marcador se movió, pero no el empate (2-2, tras un gol postrero del local Goumas cuando Giovanni perdió los nervios y dejó al Olympiakos con 10 jugadores) y, dos días más tarde, el Olympiakos ha sorprendido con una denuncia que dio a conocer ayer la Federación Griega de Fútbol y que la policía ya investiga.
Cables de altavoces
El Panathinaikos, no podía ser de otro modo, niega las acusaciones. Y para defenderse, tira de una explicación un tanto increíble. Aseguran los dirigentes del equipo del trébol que lo hallado en el vestuario que el Olympiakos ocupó en el campo del Leoforos Alexandras no eran micrófonos. Se trataba de simples cables conectados a unos altavoces que, según han explicado, utilizan para avisar a los jugadores en caso de emergencia. Qué emergencias pueden ser esas, se desconoce y mejor ni imaginarlas.
La federación helena, según anunció su portavoz Alex Dedes, no ha emprendido ninguna investigación paralela. Bastante tienen los dirigentes griegos con lidiar con la violencia que habitualmente rodea a los enfrentamientos locales, la galopante crisis económica que sufren sus equipos y con el escaso interés que despierta el campeonato. Un campeonato que, tras el derby del pasado domingo, con micrófonos o sin, y a falta de cuatro partidos para su conclusión, sigue encabezando el Panathinaikos con 65 puntos, dos más que su eterno rival y ahora denunciante, el Olympiakos. De película.
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