Miguel de Guzmán, catedrático, pionero del desarrollo de las matemáticas
Se nos fue Miguel de Guzmán (1936-2004). Nos hemos quedado sin él, Mayte, Miguel, Mayte (esposa e hijos) y una enorme colección de miembros de la comunidad española e internacional que hemos tenido la suerte de vivir y trabajar con él. Sólo hace dos días que le visité en el hospital -de Getafe, Madrid- y hablamos, una vez más, como siempre, de proyectos de futuro. Parecía empezar a estar mejor. Estaba animado, tranquilo, con la esperanza de volver enseguida a su trabajo. Me hablaba de sus alumnos con mucho entusiasmo.
Con motivo de sus sesenta años, en junio de 1996, se dedicó en su honor la 5th International Conference on Harmonic Análisis and Partial Differential Equations, celebrada en El Escorial. El comité organizador de aquel congreso me encomendó pronunciar unas palabras. Quizá merezca la pena reproducir algunas, pues traté de reflejar una semblanza humana de Miguel:
"La vida y obra de Miguel tiene muchas facetas. Yo me referiré tan sólo a algunas de ellas: principalmente su semblanza humana y su trabajo en el contexto de la matemática española".
"Conocí a Miguel a comienzos del verano de 1969. ¡Todos éramos jóvenes entonces! Para un joven de ahora puede ser difícil imaginar la atmósfera que rodeaba a las matemáticas en la universidad de Madrid. Eran días oscuros del final del periodo predemocrático. Eran años de escasas perspectivas para la gente joven que deseaba comenzar su carrera investigadora. Uno debía leer muchos libros, y siempre alguna cosa más, antes de abordar algún problema razonablemente accesible. Ésa era la teoría, o más bien la defensa, de los profesores de aquel tiempo".
"La situación comenzó a cambiar con Alberto Dou, quien animó a Miguel a formarse en Chicago bajo la dirección de Alberto Calderón, haciendo propicio su regreso a la Universidad Complutense. Tuve la inmensa fortuna de conectar con Miguel a su regreso, beneficiarme de su gran accesibilidad y hallar la ayuda y el estimulo para desarrollar mi tesis doctoral: la primera que dirigió. Desde entonces, Miguel fue el punto de partida de numerosos matemáticos que hoy ocupan las cátedras de las más diversas universidades españolas: o bien bajo su directa tutela o bien porque él les facilitó el contacto con centros norteamericanos como Chicago o Princeton".
"¿Y como veo yo a Miguel? Cuando uno ha tenido ocasión de observar durante muchos años la labor de una persona, no sólo ve las obras producidas, sino, lo que en mi opinión es más importante, la motivación que las ha propiciado. Cualquier persona necesita estímulos para sacar adelante su trabajo de cada día. Yo he observado que Miguel ha encontrado la motivación en el servicio a los demás. Tengo muchos ejemplos para demostrar esta afirmación: cuando sus dos hijos, Mayte y Miguel, eran pequeños, su interés por ellos y su creatividad hicieron que escribiera Los espingorcios; cuando la universidad estaba plagada de jóvenes sin orientación, su dedicación fue hacia la dirección de tesis; cuando la educación matemática de millones de jóvenes españoles llamó su atención, escribió unos estimulantes e imaginativos libros de texto; cuando profesores de bachillerato han solicitado su colaboración, cualquier fin de semana Miguel lo ha dedicado a viajar para comunicarse con ellos. Etc. Etc. Siempre ocupado para ver qué era lo más urgente. Nunca he visto que tomase más de cinco días seguidos de vacaciones. Y si un verano se presentaba menos agobiado, allí estaba Miguel listo para ir a El Salvador y ayudar un poco. En fin..., y siempre con esa serenidad que es su característica. Algunas veces uno querría verlo enfadado, o triste, o simplemente cansado. Pero no, no es fácil verlo así. Algo hay dentro de él que le permite estar siempre tranquilo, alegre, confiado. Que sigas así, Miguel, por muchos años más. Para mí ha sido un lujo tenerte como amigo ya veintisiete años. Espero otros tantos, al menos, de lo mismo".
Mis esfuerzos de seguir otros 27 años se han visto terriblemente frustrados ahora.-

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