Novelas de un editor
La auténtica novela en este libro no está dentro de las tapas sino fuera, en ese largo silencio de Mario Lacruz (Barcelona, 1929) como novelista entre 1971 y su muerte en 2000. En el interesantísimo epílogo que firma su hijo J. M. Lacruz Bassols sabemos que el silencio fue laborioso y se adivina una historia tan verdadera que parece de ficción, quizá ya escrita por el propio Mario Lacruz en esa obra autobiográfica que dejó sin publicar, Sinfonía inacabada. Pero es que sucedió lo mismo con otros once manuscritos, redactados, algunos terminados, todos inéditos: una columna de folios apilados que llega al metro y medio de alto. No es que se la tuviesen jurada a Mario Lacruz los editores sino lo contrario. Sabía demasiado bien que cualquier colega se haría cargo de sus manuscritos, y podía hacerlo él mismo como editor (su última novela, El ayudante del verdugo, en 1971, apareció en la editorial en que trabajaba entonces, Plaza & Janés, quizá para no perjudicar a otros colegas con la publicación de esa satírica parábola sobre la corrupción franquista). Primero publicó una novela de trama policial con fondo moral, El inocente, en 1953, y dos años después La tarde, que no sólo es su mejor novela sino que es también una buena novela. En ella pudo cifrar, entre 1951 y 1954, el secreto de su porvenir, las razones profundas de un futuro que emplearía en algo distinto de lo que verdaderamente hubiese deseado. La sumisión a una determinada forma de vida, e incluso la resignación como ley aparente, pública, atañen directamente en Mario Lacruz al modo de entender, y de temer, las relaciones peligrosas entre vida y literatura. Quizá por eso renunció a ser novelista público, y lo fue sólo en privado, y editando a los demás. No puedo saber si esa vida oculta de un futuro editor está en la Sinfonía inacabada, pero sí está en el fondo sentimental de La tarde.
GAUDÍ, UNA NOVELA
Mario Lacruz
Prólogo de Rosa Montero y nota a la edición de J. M. Lacruz Bassols
Ediciones B. Barcelona, 2004
223 páginas. 17 euros
Incluso en Gaudí, una novela,
que en su origen fue un guión cinematográfico en torno a la vida del arquitecto. El propio Lacruz lo adaptó después a las formas de una novela biográfica muy dialogada, con un montaje en secuencias visuales, fílmicas, y apenas algunos apoyos descriptivos de escasa fuerza novelesca. Pese a eso, tiene hoy la rara originalidad de ser una biografía ágil y sentimental, superficial y muy sencilla de trama y drama, de acuerdo con lo que debió ser el encargo que recibió hacia 1960 de una editorial norteamericana. El original es inglés y ahora leemos la traducción que hace su hijo (aunque a veces los diálogos parecen pensados en catalán). Aquí y allá emerge un Gaudí heroico y romántico por voluntad del guionista/novelista, fascinado en un rasgo central de su personaje: la capacidad de hacer con su vida y sus obras aquello que había decidido el propio Gaudí, aunque a menudo hubiese de pagar el precio de sus decisiones y, entre ellas, renunciar a la mujer que amó. Eso sucede en la novela sobre Gaudí, como sucede en La tarde, y como no sé si ha de suceder también en ese manuscrito inédito de Sinfonía inacabada.
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