Una reinterpretación del arte
El pasado ha sido siempre la materia prima con la que se ha construido el futuro. Muchas de las obras de los grandes maestros han sido objeto de peregrinaciones e imitadas por sucesivas generaciones de artistas, que las han incorporado a la suya de diferentes formas y maneras. Entre los ejemplos más conocidos destacan las figuras de Miguel Ángel basadas en frescos de Mazacillo, desde una perspectiva más actual, las referencias a Velázquez de Manet, un creador esencial en la evolución del arte moderno, o la influencia del arte africano en la obra de Picasso, ampliamente documentada e incluso objeto de ácidas polémicas en su día. Es de hecho, a partir de Picasso, que la originalidad del arte africano adquiere un reconocimiento público, que se traduce también en un interés en el mercado artístico, es decir, que la apropiación que hace Picasso de muchas de estas imágenes legitima y revaloriza a su vez toda una tradición artística prácticamente olvidada que pasan a ser considerados de objetos tribales a la categoría de arte.
ARTE DENTRO DEL ARTE
Sala Puertanueva
Ronda de Andújar
Córdoba
Hasta el 9 de mayo.
El artista más fundamental en la reflexión sobre la obra de arte como objeto en sí, al igual que sobre el entorno en el que se presenta, es sin duda Marcel Duchamp, que planteó abiertamente el carácter fetichista de la obra y la sacralización de que es objeto una vez expuesta en galerías o museos. Los planteamientos de Duchamp, los juegos del movimiento apropiacionista de los años ochenta y los múltiples significados e influencias de la obra de arte es el amplio tema por el que discurre la exposición que ahora presenta la recién inaugurada sala Puertanueva, en la Facultad de Derecho de la Universidad de Córdoba.
Titulada Arte dentro del arte,
la exposición es una ambiciosa y acertada selección de obras de artistas españoles realizada por Mariano Navarro, comisario de la misma, que abarca todo tipo de medios, desde pintura hasta vídeo y que explora temas que van desde el apropiacionismo de la obra de arte hasta el coleccionismo como símbolo de poder. Es así una profunda reflexión en la que una serie de artistas reinterpretan, elucubran o se adentran en obras clásicas a las que vemos otra vez a través de ojos nuevos.
Las esculturas de Fernando Sánchez Castillo deconstruyen ese monumento público clásico del prócer de la patria, omnipresente en toda urbe desde el siglo XIX. Ciudad sin héroes, por ejemplo, es una escultura sobre un gran pedestal en la que lo único que se ve son los cascos de bronce del caballo que montaba el presunto paladín de alguna gesta nacional, cuya figura está ahora ausente. Cascorro, referencia a un héroe de la guerra de Cuba, es igualmente una reevaluación del hecho histórico y de la forma de representarlo en la que sólo se ve un pedestal que simula mármol sobre el que sólo se aprecian las botas del héroe. Los Avignon Guys de Rafael Agredano, parte de un amplio estudio de la obra de Picasso de similar título, son una provocación bien argumentada, una variación y un homenaje a uno de los iconos pictóricos del siglo XX.
La reinterpretación y actualización fotográfica que hace por su parte Elena Rivero del famoso cuadro Las hilanderas, de Velázquez, es más que asombrosa, mientras que La libertad 2001, homenaje a la famosa revolucionaria de La libertad guiando al pueblo, de Delacroix, realizada por García & Griñolo, continúa el cariz político de la obra citada. Igualmente notables son obras de Mateo Maté como Del arte de hacer un barco y del arte de hundirlo, una reproducción de la batalla de Trafalgar, cuya tela rota se dobla y se sale del marco con la forma de un barquito de papel. Los paisajes íntimos de Monserrat Soto, que nos muestran las casas de coleccionistas de arte, permiten ver los lugares donde éstos viven y sitúan las obras que compran. Espacios y obras destinadas a su futura consagración una vez que se donen a un museo, con lo cual el ámbito y el gusto privado se convierten en un arte público oficial. La cita del coleccionista Onach que transcribe Soto en un texto del catálogo es explícita al respecto: "Cuando compro una obra de arte obtengo una sensación de libertad y movilidad. No me interesa ser artista, tampoco me interesan los artistas como personas, pero me fascina lo que hacen, porque es ahí donde puedo contemplar los más oscuros secretos del alma humana".
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