... Y Adu se enfrenta a su reto

Minuto 61. El DC United, de Washington, va ganando en su campo por 2-1 a los Earthquakes de San José en la jornada inaugural de la Liga estadounidense, en la madrugada española de ayer. La cadena de televisión ABC está transmitiendo el partido a todo el país. En ese momento, con el número 9, Freddy Adu salta al césped en medio de una gran expectación y hace historia al convertirse, a sus 14 años, en el deportista profesional más joven de la historia moderna. "¡Freddy, Freddy!", grita la afición, enfervorizada, animando a este crack precoz. Se espera que revolucione el fútbol en Estados Unidos. Es su enorme responsabilidad.

El estadio RFK rebosa. Sus 24.603 asientos están ocupados. El éxtasis llega en el minuto 84, cuando, al penetrar con decisión en el área contraria, Adu cae tras chocar con Jeff Agoos, un defensa 21 años mayor que él y que jugó con la selección nacional en la Copa del Mundo de 2002. Pero el árbitro no se deja arrastrar por la corriente y le pide al imberbe muchacho que se levante y deje de alzar sus brazos reclamando penalti.

Adu no puede estrenarse con un gol en su première. "Lo principal es que hayamos ganado", se conforma en sus declaraciones posteriores. Sus escasos 30 minutos en el terreno, en sustitución de Alecto Eskandarian, no le han servido para lucir la creatividad y el talento propios del prodigio que todo el soccer ve en él. Su juego ha sido más lento de lo normal y ha actuado muy atrasado. Quizás le haya podido la emoción sentida al ver ondeando tantas banderas de su país natal, Ghana, y escuchar su nombre en miles de gargantas. Incluso ha enviado varios pases al vacío.

En cualquier caso, afirma que ha sido "divertido" y que está encantado de cumplir su sueño. "Lo recordaré durante mucho tiempo", añade. Lo que ya ha conseguido, y se trata sólo del principio, es convertirse en todo un fenómeno mediático y arrastrar la atención hacia un deporte que no termina de cuajar entre los norteamericanos. Además, ha marcado un hito al ser la persona más joven en jugar en una Liga profesional estadounidense desde 1887, cuando Fred Chapman debutó en la de béisbol con Filadelfia.

La locura ha llegado a tal extremo que un aficionado anónimo llegó a pagar el pasado viernes 10.800 dólares al DC United por seis plazas "de fantasía" para no perderse la evolución del astro durante las próximas seis temporadas. Para seguir su debut había más de 250 medios de todo el mundo acreditados y la retransmisión del encuentro era la única prevista para esta temporada por la ABC. Los aficionados ansían tener un Ronaldo o un Roberto Baggio que dé alas al fútbol.

Se aguarda, en efecto, algo parecido al fenómeno Fernando Alonso en España con la fórmula 1. Tal vez por eso todos los comentaristas coinciden en asegurar que Adu llegará a ser el mejor futbolista del mundo, superando incluso al argentino Maradona o al brasileño Pelé. "A su edad, Michael Jordan empezaba a jugar al baloncesto en la escuela y Lance Armstrong era un niño que saltaba del triatlón al ciclismo", recuerda The New York Times. Pero, claro, habrá que tener paciencia con él. Necesita margen para poder desarrollar todas las maravillas que se le suponen.

Su equipo se limita a comentar que va a trabajar a diario para asegurarse de que Adu "vaya a mejor" y se convierta algún día, "cuando tenga todas las herramientas, en uno de los mejores". El entrenador del conjunto rival, Dominic Kinnerar, se muestra muy comprensivo hacia su situación: "A Landon Donovan le llevó entre ocho y diez partidos aprender de qué iba el asunto". "Lo que tenemos que hacer todos es sentarnos, disfrutar de él y desearle mucha suerte", concluye.

Los que no esperan ni pierden el tiempo en especulaciones son los patrocinadores. La marca deportiva Nike suele poner siempre su dinero en apuestas ganadoras y ya firmó un contrato de un millón de dólares con el ghanés. Se le ha sumado Pepsi. Por no hablar de los dos millones que la Liga ha puesto sobre la mesa para los próximos cuatro cursos, el montante más alto hasta ahora. Algunos clubes europeos ya han mostrado su interés por este adolescente, pero su protectora madre, Emilia, insiste en que se quedará en casa durante mucho tiempo. Al menos, hasta que termine su educación.