La impotencia se adueña de San Mamés
Son tiempos de impotencia. Para el Celta, porque no ha llegado al infierno por accidente, sino tras un curso de meritorios; para el Athletic, porque está seco, carente de ideas, como fundido, y con algunos jugadores muy tocados en sus prestaciones individuales.
Sobrecoge el caso de Tiko, un futbolista siempre anárquico que ahora no sorprende ni por su desorden. Aún así, Valverde le mantuvo en el campo hasta el minuto 87, cuando le retiró por la expulsión de Karanka. Cuestión de fe.
A Urzaiz el público le silbó desde el principio. Su tranco lento sugiere displicencia y el público se enerva, pero el delantero navarro protagonizó todas las ocasiones del Athletic. Primero, cabeceó dos veces contra Cavallero. Más tarde, se largó un tiro cruzado tras un caño a Berizzo. Y en la prolongación del partido, efectuó un remate a bocajarro que el portero argentino repelió con las uñas y con el susto metido en el cuerpo.
ATHLETIC 0 - CELTA 0
Athletic: Aranzubia; Javi González, Gurpegui, Karanka, Del Horno; Iraola (Jonan García, m. 57), Orbaiz, Tiko (Larrazabal, m. 89), Yeste (Ezquerro, m. 45); Joseba Etxeberria y Urzaiz.
Celta: Cavallero; Velasco, Méndez, Berizzo, Juanfran; Oubiña, José Ignacio; Ángel, Edú (Jesuli, m. 87), Gustavo López (Milosevic, m. 74); e Ilic (Mostovoi, m. 74).
Árbitro: Esquinas Torres. Expulsó, por doble amonestación a Karanka (m. 87). Mostró cartulina amarilla a Juanfran.
Unos 30.000 espectadores en San Mamés.
El partido estuvo plagado de impotencia. El Celta, con su nuevo tándem director (Carnero y Sáez), sacrificó a las vacas sagradas (Milosevic, Mostovoi y Jesuli) y apostó por un equipo de carcasa dura, previsto para defender y para no arrugarse en la pelea. De hecho, el Celta no fraguó ni una sola ocasión manifiesta de gol y apenas disparó en una oportunidad entre los tres palos para que Aranzubia se sacara una palomita.
En situaciones como las del Celta, a medida que pasan los minutos, el caramelo del empate se hace más dulce y casi ya no se ansía otra cosa. Sólo apostó por la victoria en los diez minutos finales. Más por dignidad, que por fe.
El Athletic sí apostó pero no tenía cartas. Urzaiz no tuvo su día afortunado, Etxeberria sólo dio dos chispazos, Ezquerro se fue a la ducha como salió -tras el descanso-, Tiko no estuvo e Iraola hizo dos de las suyas y luego se perdió en la cal de la banda. Y todo así.
Uno de esos partidos en los que el Athletic apenas produce tres o cuatro ocasiones de gol, toda una fatalidad para un equipo que necesita una producción máxima de oportunidades para sacar el más mínimo rendimiento. Otro tren europeo que se va y un mínimo respiro para el Celta que al menos no se queda peor de lo que llegó a Bilbao, en plena crisis.
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