_
_
_
_
_
Entrevista:MANUEL MARÍN | PRESIDENTE DEL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS | ENTREVISTA

"El Parlamento será el escenario donde se verifique el 'no nos falles"

Manuel Marín, de 54 años de edad, posa en el hemiciclo del Congreso de los Diputados entre las felicitaciones de los empleados, que preparaban la solemne sesión constitutiva del viernes. "Felicidades, don Manuel", le dice un veterano trabajador del archivo. "Gracias", responde Marín con esa mezcla de amabilidad y seriedad que corresponde al cargo de presidente del Parlamento. "Aquí voy a poner un pequeño ordenador para saber quién es cada diputado. No quiero memorizar los nombres", comenta desde su privilegiado sillón ante los escaños vacíos. "El Parlamento será el escenario donde se verifique el 'no nos falles", afirma.

Pregunta. La reforma del reglamento del Congreso ha sido un objetivo inalcanzado en los últimos años. ¿Qué le hace pensar que usted lo va a conseguir?

"Estoy convencido de que antes del 30 de junio el Congreso debatirá la retirada de Irak. Y será el primer ejemplo que dé el Gobierno"
"La oficina de control presupuestario es una garantía de transparencia, no un instrumento para poner de rodillas al Gobierno y a sus ministros"
"Vamos a vivir momentos de tensión por las reformas de los estatutos, pero para mí sólo cabe el respeto a la legalidad constitucional"
"Las tensiones con el Gobierno y el partido serán inevitables. Los diputados socialistas tendrán que aprender a oírme decir 'no"
"Al final de la función de presidente habrá una incompatibilidad de dos años para cualquier cargo, negocio privado o Consejo de Administración"

Respuesta. Quiero hacerlo y lo voy a intentar. La configuración de la Cámara es interesante para conseguirlo. Por varias razones. Una: quienes estarán en el Gobierno, el Grupo Socialista, han sido exigentes en pedir un nuevo reglamento y han hecho propuestas que les vinculan. Dos: quienes estarán en la oposición tendrán un enorme interés en pedir coherencia y credibilidad. Tres: no hay mayoría absoluta. Y cuatro: es un Parlamento muy abierto. Hay que hacer un Parlamento más ágil y adecuado a la realidad española. Existe además el compromiso de quien va a ser presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, de adecuar el reglamento al siglo XXI.

P. Usted se ha comprometido a garantizar los derechos de la oposición. ¿No lo estaban en la anterior legislatura?

R. No. En estos días he hablado con prácticamente todos los ex presidentes de la Cámara para pedirles opinión. Landelino Lavilla me recordó que un Parlamento puede funcionar mal con un buen reglamento y puede funcionar bien con un reglamento regular. Y luego están las actitudes, los talantes...

P. ¿Cuál es el principal objetivo del nuevo reglamento?

R. Recuperar el talento de los diputados frente a la imagen que se tiene de que es gente que se limita a votar y no tiene grandes capacidades.

P. ¿Qué les impide ahora demostrar su talento?

R. El actual reglamento ha primado a los partidos, a los grupos parlamentarios, frente a los diputados. Prima las jerarquías y los grupos frente al diputado. Esto no se puede cambiar radicalmente, pero tenemos que estructurarlo.

P. ¿Cómo?

R. En primer lugar, potenciando la participación individual de los parlamentarios en los debates importantes, es decir, reformando el reglamento para abrir un turno individual de intervenciones que mejoren las capacidades del diputado. También es necesario dotarles de más medios. En segundo lugar, este Parlamento es extraordinariamente reglamentista. Todo está atado y superatado.

P. ¿Y es malo?

R. Juega negativamente, ya que hace que las cuestiones de actualidad no se toquen; que las proposiciones no de ley se vean al cabo de cuatro, cinco o seis meses; que las interpelaciones al Gobierno o al presidente del Gobierno sean inexistentes, y, en definitiva, que la ciudadanía mire y diga: no se ocupan de mis problemas, y si lo hacen, es con cinco o seis meses de retraso.

P. Es, pues, un problema de rigidez.

R. Sí. La rigidez es el principal defecto de nuestro Parlamento. Y parto de una consideración. El verdadero intermediario entre el poder o su representación política no es el Parlamento, sino los medios de comunicación. El interés de los ciudadanos se desplaza hacia un buen programa de radio, de televisión o un buen artículo, pero no hacia la vida parlamentaria. Esto tenemos que corregirlo. No digo que vayamos a conseguir que las sesiones del Parlamento abran los telediarios, pero al menos tenemos que conseguir que los grandes debates se vean en directo porque son interesantes. Pienso reunirme con los grandes comunicadores de radio, prensa y televisión para decirles que el Parlamento va a cambiar, que va a incorporar lo que ellos tratan todos los días en sus programas y artículos: la actualidad. El Parlamento vuelve a la actualidad. Éste es el reto.

P. Y cómo piensa atraer a la ciudadanía al Parlamento, una de las promesas del PSOE.

R. Tenemos que ofrecer a los ciudadanos todos los medios, informáticos, Internet o del tipo que sea, para que interactúen con el Parlamento. Habrá que gastarse dinero, pero hay que lograr la participación de los ciudadanos en los grandes debates. Esto no quiere decir que vamos a ir a un sistema de democracia popular que sustituya la democracia parlamentaria. En absoluto. Pero tenemos que ser capaces de integrar lo que piensa la gente. Todo esto se resuelve si somos capaces de reducir los procedimientos legislativos con todas las garantías jurídicas.

P. ¿Cómo será la Oficina de Control Presupuestario, otra de las promesas electorales del PSOE?

R. Será una garantía democrática en términos de transparencia y conocimiento del gasto público. En el segundo año de legislatura tenemos que tener ya listo el modelo y los mecanismos para que el Parlamento dé garantía de fiabilidad y credibilidad a las cuentas del Reino. Esto, en la situación administrativa, jurídica y política española, será un enorme paso hacia delante.

P. ¿Cómo funcionará?

R. El modelo todavía no lo tenemos perfilado, pero la oficina dependerá del presidente del Congreso. Supone un cambio de mentalidad radical. El verdadero dueño de las cuentas del Reino es el Parlamento, son los ciudadanos, no el Gobierno. Eso sí, no quiero que se vea este proyecto como un instrumento para poner al Gobierno y a los ministros de rodillas.

P. Pero de sus palabras se desprende que será una oficina con un cierto poder fiscalizador.

R. No, será una oficina que dé garantía de que lo que ha dicho el Gobierno en la Cámara es exacto y se corresponde con la realidad.

P. Supongo que es consciente de que eso generará tensiones con el Gobierno y su partido.

R. Será inevitable. Pero tengo que decir que esta oficina es uno de los proyectos que más defendió Rodríguez Zapatero cuando me propuso para la presidencia del Congreso. Me dijo: "A pesar de las tensiones que vamos a tener, quiero que el gasto y el ingreso del Estado sean transparentes y fiables".

P. Eso significa que tendrá que dar algún tirón de orejas a los ministros.

R. Puede darse el caso de que la oficina presupuestaria constate que, de un gasto contraído, la capacidad de ejecución de un ministerio sea de sólo 15 sobre 100. Pues esa ministra o ese ministro tendrán que explicar por qué su nivel de gasto es tan reducido. Pero no se trata de denunciar, sino de informar a la Cámara de cuál es la realidad. Eso es suficiente sanción política.

P. La composición de la Mesa del Congreso le obliga a trabajar duro.

R. La Mesa tiene que ser una institución del Parlamento, no una junta de portavoces bis. Me hubiese gustado que en el reparto de los cargos hubiésemos alcanzado un consenso.

P. No parece, por lo visto hasta ahora, que el PP vaya a facilitar su trabajo.

R. Para los debates políticos está el hemiciclo, y para las negociaciones, los portavoces. Pero la Mesa y la presidencia son instituciones del Congreso, y nosotros tenemos que tener esto muy claro desde el principio. Independientemente de lo que ha acontecido, cuento con los miembros del PP en la Mesa y espero, como he dicho antes, que no sean cuatro miembros del PP que vienen sólo a hacer oposición en la Mesa.

P. Otro asunto relevante de la reforma del reglamento del Congreso es el estatuto de independencia del presidente. ¿Cómo se va a plasmar esa idea?

R. Tendrá una base reglamentaria, pero, en principio, yo he tomado la decisión de causar baja de la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE y del Comité Federal. El presidente del Congreso no debe estar en ningún órgano ejecutivo o consultivo del partido. Son las reglas del juego. Hay que distanciarse de la pelea política. Luego habrá toda una serie de consideraciones respecto a la forma de actuar, la imparcialidad, pero ese estatuto de independencia tiene que tener una credibilidad, sobre todo, al final de la función.

P. ¿Se refiere a algún tipo de incompatibilidad?

R. Exacto. Al final de la función de presidente del Congreso existirá una cláusula de incompatibilidad durante un periodo de dos años. Ése será un elemento básico y fundamental. Quien pase por la presidencia del Congreso de los Diputados tendrá que asumir que al final de su mandato será incompatible con cualquier cargo en la Administración local, autonómica o central, y con cualquier tipo de negocio privado, público o Consejo de Administración. Esto garantizará que nadie presuponga que las decisiones del presidente del Congreso están vinculadas a algún tipo de favor político o económico.

P. ¿Piensa votar en las sesiones de la Cámara, o el estatuto de independencia también lo impedirá?

R. Pienso votar. No es ninguna tacha que la gente sepa que yo soy socialista. No voy a dejar de serlo. Sería una hipocresía. Se puede ser presidente sin abjurar de tu ideología ni de tu visión de las cosas. El presidente del Congreso tiene que tener su opinión sobre los asuntos de interés nacional o internacional. No es un ser inerte.

P. También aquí pueden surgir tensiones con el Gobierno y su partido.

R. Las tensiones serán inevitables. Quien más puede favorecer el trabajo de un presidente del Congreso que tiene la determinación de reformar el reglamento es, precisamente, el Gobierno y el Grupo Socialista. Y me pueden ayudar en la medida en que se garantice la coherencia respecto a lo que hemos pedido cuando estábamos en la oposición. Los diputados del PSOE tendrán que aprender a oírme decir "no".

P. El PSOE se ha comprometido a potenciar el control al Gobierno en el Parlamento. ¿Piensan aceptar comisiones de investigación sólo con que lo pida la oposición?

R. Las comisiones de investigación sólo se podrán rechazar si hay una mayoría absoluta en contra. El PSOE en la oposición ha sido extremadamente claro respecto a cómo hacer una comisión de investigación. La propuesta ha sido que sólo se puede rechazar con una mayoría absoluta en contra. No cabe discusión. Si hay marcha atrás, se pagaría muy caro. El Parlamento será el escenario donde se verifique el "no nos falles". No hay marcha atrás en las propuestas de regeneración democrática.

P. ¿Y en lo relativo a las sesiones de control?

R. Si durante la oposición nos hemos quejado de que había un uso y abuso de las sesiones de control, tampoco cabe marcha atrás. Hay que reducir la participación del Grupo Socialista en las sesiones de control al Gobierno para permitir a la oposición que ejerza su papel.

P. ¿Cómo piensa cambiar las interpelaciones (pregunta con debate que obliga a una votación una semana después?

R. Tienen que permitir una respuesta no en una semana, sino al día siguiente.

P. ¿Y las interpelaciones al presidente del Gobierno, que serán una novedad?

R. La propuesta inicial es de tres al año. A mí me parece poco. Al presidente le vendría bien aceptar el reto de por lo menos una interpelación al trimestre.

P. ¿Y los debates?

R. La base de un debate de envergadura tiene que ser sobre réplica y dúplica. Réplicas de tres o cuatro minutos e inmediatamente dúplicas rápidas hechas desde el escaño, para que no se rompa la secuencia del debate. Esto va a poner a prueba la dialéctica y el grado de preparación técnica de los diputados.

P. El PSOE ha prometido dotar a los diputados de una mayor capacidad de investigación. ¿En qué se traducirá?

R. Es un derecho elemental de los diputados. No queremos sustituir a la fiscalía, la policía o la Guardia Civil. Pero es inaceptable que a un diputado se le niegue información de una Administración determinada.

P. Ustedes han denunciado que el Parlamento no debatió temas fundamentales como la participación de España en la guerra de Irak.

R. El PSOE en la oposición hizo hasta cuatro proposiciones no de ley para reclamar que fuera el Parlamento el que decidiera sobre la participación, la misión en cualquier situación internacional de las Fuerzas Armadas españolas. Eso se negó por el Gobierno. Estoy convencido de que antes del 30 de junio el Parlamento debatirá la repatriación de las tropas de Irak. Y será el primer ejemplo que dé el Gobierno.

P. ¿Se crearán comisiones de investigación sobre cuestiones de la anterior legislatura: los informes del CNI sobre las armas de Irak, el Prestige, el Yak-42...?

R. No lo descarto si así lo desea la Cámara, pero ese ejercicio tiene un límite. Las comisiones de investigación no pueden convertirse en un ajuste de cuentas con el pasado.

P. ¿Subirá el sueldo a los diputados?

R. Es una cuestión delicada, impopular y dada a la demagogia. Cuando tengamos una visión del reglamento, de su reforma y de las nuevas posibilidades de esta casa, tendremos que plantear la situación financiera del Parlamento y de los diputados.

P. ¿Es partidario de que las declaraciones de bienes de los diputados sean accesibles para los ciudadanos?

R. Sí. Sé que en un primer momento va a haber mucha demagogia, porque es un país muy dado a truculencias cuando se incrementa la transparencia de lo público. Pero, pasado este primer momento, terminarán muchos debates malintencionados.

P. ¿Cómo manejará el Parlamento las reivindicaciones de las minorías nacionalistas?

R. Las minorías que tenemos en la Cámara son, en gran parte, de naturaleza nacionalista. Tenemos un Parlamento bastante plural, y eso hay que tenerlo en cuenta. En consecuencia, en el futuro también tendremos que introducir una serie de cláusulas para que, sin perjuicio para los grupos mayoritarios, se pueda establecer en los debates una presencia más activa de las minorías.

P. ¿Cómo?

R. Una de las cosas que tenemos que hacer es reducir el tiempo de las intervenciones. Yo creo en el talento de los diputados para ser capaces de decir lo que piensan en cinco minutos.

P. ¿Piensa jugar un papel activo, de mediador, en la búsqueda de ese consenso parlamentario que el PSOE defiende para los grandes asuntos del Estado?

R. Sé que en el Parlamento vamos a vivir momentos muy intensos. Sobre todo porque está pendiente una reforma constitucional, aunque afecte al Senado, y vamos a tener la presentación de las reformas de ciertos estatutos de autonomía. Soy consciente de que vamos a tener momentos de tensión, momentos difíciles. Pero quienes tienen que resolver los momentos duros del hemiciclo son los partidos. Y la Mesa y el presidente tienen que aportar un papel de moderación.

P. Imagine que llega al Parlamento una reforma del Estatuto catalán que no se ajusta a la Constitución.

R. Para un presidente del Congreso no caben lecturas que no sean la de un respeto escrupuloso de la legalidad constitucional. Es decir, corresponderá a los partidos políticos ajustar, aquí en el Congreso, las demandas que vengan de los Parlamentos en función de las disposiciones estatutarias de cada uno de ellos. Pero un presidente del Congreso sólo puede pensar que la solución que salga de esta casa tiene que ser respetuosa con la Constitución.

P. ¿Teme exigencias insoportables en el debate sobre el modelo de Estado?

R. Evidentemente, aquellos que quieren negociar van a intentar pedir el máximo, pero habrá que llevarles al realismo. Ellos tienen que ser conscientes de que el máximo de lo que quieren no lo podrán obtener.

P. ¿Ve posible llevar a cabo en la nueva legislatura una reforma del Senado para convertirlo en Cámara autonómica?

R. La determinación del Gobierno y de Rodríguez Zapatero es absoluta.

P. Defina su modelo ideal del Estado

R. Me considero federalista. Yo creo que la solución de España se debe articular con un modelo federal. El federalismo es un ejercicio muy serio de compartir el poder dentro de un país que se llama España, y ahí puede haber un ámbito de compromiso político bastante fuerte.

Manuel Marín, ante el hemiciclo vacío del Congreso de los Diputados.
Manuel Marín, ante el hemiciclo vacío del Congreso de los Diputados.RICARDO GUTIÉRREZ

"Soy un permanente insatisfecho"

MANUEL MARÍN nació en Ciudad Real hace 54 años, es licenciado en derecho, está casado, tiene dos hijas y posee carné del PSOE desde 1974. Su experiencia como parlamentario es larga. Fue elegido diputado en 1997, en la legislatura constituyente. Tuvo un destacado papel en el ingreso de España en Europa y fue vicepresidente de la Comisión Europea y titular de varias comisarías.

Sus adversarios políticos destacaron de él su "talla política", "ecuanimidad" y "carácter dialogante" cuando fue propuesto para la presidencia del Congreso. Su nombramiento ha molestado en pocos sitios, y agradado en muchos, incluida la Casa Real. "Tengo mis problemas de carácter. Y a veces me enfado. Me gusta el perfeccionismo y eso me lleva a ser un permanente insatisfecho. A veces soy un poco inflexible".

De los anteriores presidentes del Congreso (Fernando Álvarez de Miranda, Landelino Lavilla, Gregorio Peces-Barba, Félix Pons, Federico Trillo y Luisa Fernanda Rudi), el actual rector de la Universidad Carlos III de Madrid es su modelo: "A Gregorio le tengo un enorme cariño, porque tuve la oportunidad de trabajar como adjunto suyo en la época de la Constitución y yo era muy jovencito".

Y sobre Europa, afirma: "Tenemos que volver a Europa. España tiene un papel en el esquema europeo en la medida en que apunte a ser un país facilitador de compromisos. Si España vuelve a ser ese país, volverá a jugar el papel de país intermedio, que es lo que somos".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_