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Berlusconi dejará el impuesto sobre la renta en sólo dos tramos

Enric González

El primer ministro Silvio Berlusconi anunció ayer una disminución del impuesto sobre la renta italiano y una simplificación de la escala, que quedaría reducida a sólo dos tramos: el 33% para los ingresos anuales superiores a los 100.000 euros (actualmente el máximo es del 45%) y el 23% para el resto, excepto para quienes perciben menos de 7.500 euros, que seguirán exentos. "Para tener contribuyentes honestos hace falta una presión fiscal honesta", dijo. La reforma fiscal, según Berlusconi, podría empezar a aplicarse en los presupuestos para 2005, y completarse en 2006.

El plan de Berlusconi, ya incluido en el "contrato con los italianos" que firmó ante las cámaras de televisión antes de las elecciones de 2001, fue catalogado por la izquierda como una maniobra para impulsar la popularidad de un gobierno con pocos éxitos y con una difícil perspectiva ante las elecciones europeas de junio.

Muchos, entre ellos la Comisión Europea, que el próximo 8 de abril publicará un toque de atención sobre la evolución del gasto en Italia, y algunos ministros de la coalición gobernante, dudaron que se pudiera reducir la recaudación fiscal sin agravar el déficit, que ya ronda el límite del 3% establecido en el Pacto de Estabilidad, y la deuda pública, que representa el 103% del PIB y es proporcionalmente la mayor de la UE.

"Eliminar derroches"

El presidente del Gobierno de Italia no aportó, por el momento, ninguna estimación sobre el coste de la rebaja. Se limitó a decir que el impacto sobre la recaudación podía compensarse "eliminando el derroche" en los presupuestos generales. El Ministerio de Economía, dirigido por Silvio Tremonti, comenzó a trabajar la semana pasada en la localización de partidas presupuestarias prescindibles, con el objetivo de recortar el gasto en unos 20.000 millones de euros. Las subvenciones a la modernización de la industria, al desarrollo del sur y al turismo centraban la atención de los técnicos de Economía.

El mal ambiente interno en el Gobierno italiano quedó nuevamente demostrado por las protestas de varios ministros ante una reforma fiscal sobre la que, en principio, se les suponía de acuerdo. Gianfranco Fini, líder de la derechista Alianza Nacional y vicepresidente con poder de supervisión sobre los asuntos económicos, coincidió con la izquierda en señalar que el esbozo planteado por Berlusconi favorecía desproporcionadamente a las rentas más altas.

El presidente del Gobierno insistió, sin embargo, en que "todos los italianos" serían beneficiados. La preocupación de Gianfranco Fini y la de otros miembros del Gobierno, como el democristiano centrista Rocco Buttiglione, podría deberse a que los recortes en las subvenciones estatales afectaban a su base electoral sureña.

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