PABLO IZQUIERDO ASANZA / El ferroviario que casi vivía en el tren
Pablo Izquierdo Asanza vivía, a sus 42 años, por y para los trenes. Es más: casi vivía dentro de uno. Pablo era operador de maquinaria de vía en la unidad de negocio de mantenimiento e infraestructura de Renfe, lo que no sólo comportaba trabajar ocho horas al día haciendo el mantenimiento de las vías, sino que muchas noches también debía dormir sobre ellas. Lo hacía cuando trabajaba lejos de Madrid y, junto a sus compañeros del tajo número 19, descansaba en unos vagones especiales equipados con camas y todo lo necesario para pasar hasta cinco noches seguidas. "Si no le hubiera apasionado este trabajo, hace años que se habría ido", dice su encargado, Jacinto Quero, quien recuerda que, en ocho meses anteriores a su muerte, Pablo durmió más noches en el tren que en su casa de Vallecas.
Estaba soltero y vivía con su madre, a la que veía los fines de semana o cuando trabajaba cerca de Madrid y dormía en casa. Cuando el trabajo se encontraba lejos de la capital, tampoco se quejaba, pues aprovechaba el fin de semana para quedarse allí y dedicarse a sus grandes aficiones: ir de excursión y hacer fotografías. Tampoco se perdía las andanzas del Rayo Vallecano. Su sobrina pequeña ha escrito unas líneas a modo de despedida: "Por culpa de estos fanáticos, ya no podrá volver a mirarme con esta cara tan especial que tenía".
Según su encargado, a Pablo le gustaba el trabajo minucioso. "Era un agente cualificado de Renfe, manejaba la máquina más compleja de la unidad: sabía de mecánica, hidráulica, informática y electrónica". Últimamente, también se había volcado en la lucha sindical. Delegado del Sindicato Ferroviario, defendía a capa y espada los intereses de sus compañeros de maquinaria de vía ante la dirección.
Pablo murió camino del trabajo, en el tren. En su querido tren.-
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