Siempre juntos

Sonia Parrondo conoció a Roberto Pellicari en la discoteca Vinilo, en los bajos de Argüelles, siete años antes de que les matasen las bombas que estallaron en la estación vallecana de El Pozo. Tenían 21 y 24 años. Ese mismo día "empezaron a hablar". La hermana de Sonia, Feli, fue testigo del encuentro. Era el cumpleaños de un amigo común. Fue Sonia quien rastreó hasta conseguir el teléfono de ese chico y sorprenderlo con su llamada.

Entonces Roberto estaba muy delgado y llevaba el pelo muy largo anudado en una coleta. Tras conocerse, decidieron hacerlo todo juntos. Siempre iban a todos lados de la mano. A bailar o al fútbol. También murieron juntos el 11 de marzo. Roberto con 31 años y Sonia con 28. El día en que estallaron las bombas él no entraba a trabajar hasta una hora más tarde. Pero prefirió acompañar a Sonia. Ella padecía fobia a los trenes. Y él la ayudaba a superarlo madrugando un poco más para poder acompañarla. "Entraba más tarde a trabajar, pero no le gustaba dejarla sola en el tren", explican familiares de la pareja.

Roberto era un forofo del Atlético. Su habitación de soltero está llena de cachibaches atléticos y de una foto de su padre, Mario, con su perro Sacchi vestido con la camiseta atlética. Su afición era tal que Roberto ha recibido un último recuerdo: una camiseta firmada por todos los jugadores. Sonia era algo más tibia. Al final se hizo abonada y pretendió que sustituyeran el tradicional vals de después de su boda por el pasodoble que sirve del himno al equipo del Manzanares. "Es que era muy divertida", dice su hermana, quien añade: "Y él un inocente". Roberto era tan ingenuo que casi nunca cogía las constantes ironías de Sonia.

Él se crió en Vallecas y ella en el barrio de Fuencarral.

Entre Sonia y Roberto se estaban comprando una casa en Vallecas, pero todos los días cada uno comía con sus respectivas madres. "Estaban tan enamorados que se llamaban al día seis o siete veces", explica Reme, la madre de Roberto, El Rober. Y así casi todos los días.

La luna de miel la pasaron en la República Dominicana. Ella volvió con el pelo lleno de trencitas. Y para esta primavera ya habían hecho planes.