Instancia
Respetable señor Zapatero: el que suscribe, Genaro Cienfuegos Barbadillo, de 87 años (aunque parezco mayor) pero lúcido y ágil como una ardilla, se ofrece a usted para formar parte del gabinete que en estos momentos diseña. Si acaso ya tiene en su mente los nombres de los elegidos y yo no consto en la lista, le advierto que un servidor está preparado para cualquier puesto de relumbrón en toda materia humana, divina o animal. No soy aficionado a los fastos y las dignidades, pero si la patria lo pide, aquí está Genaro para lo que haga falta hasta que la muerte me ampare. Haré un gran papelón, se lo aseguro.
Aclaradas las cuestiones generales, paso ahora a especificar las materias en las que me encuentro preparado, muy preparado. En el terreno de la Sanidad Pública, sería un magnífico ministro de Aneurismas Cerebrales, Afecciones Pulmonares, Rotura de Piernas, Juanetes, Golondrinos y Hemorroides. También sería buen ministro de la Juventud, a quien buena falta le hacen mis experiencias y mis recriminaciones.
Deberíamos colocar en las altas infraestructuras a algunas personalidades del antiguo régimen, por decirlo de algún modo; así los tendríamos bien amarrados. Álvarez Cascos podría ser un magnífico director general de Peones Camineros; Zaplana, portavoz de Okupas; Acebes, vicario general de las Madres Ursulinas. Y, en fin, el señor Urdaci, director de El Pensamiento Astorgano.
Por lo demás, siempre se me dieron bien los espías de las altas esferas. Cuento con importante red de informadores que velarían hasta debajo de las piedras por la seguridad nacional. Pero sobre todo, señor Zapatero, le ruego que me nombre director general de los árbitros para meter en vereda a la UEFA, y para castigar como es preciso a quien propalare que el Real Madrid compra árbitros. Por cierto, ¿de qué equipo es usted? ¿De la Cultural y Deportiva Leonesa? Adelante, pues. En todo caso, no escuche a los que le vayan con cuentos, excepción hecha de este Genaro, cuya vida guarde Dios muchos años, y la de usted también.
