Maldiciones rotas, costumbres cumplidas
Fiel a la tradición de un clásico, San Mamés respetó muchas costumbres y acabó con algunas maldiciones. Del Madrid sólo pudo salir contento Raúl, que acabó con una sequía de goles que provenía de 760 minutos atrás, cuando marcó frente al Murcia, allá por el mes de enero. Ayer hizo dos de los suyos, en boca de gol, esperando el pase definitivo que le habilite. Una dejada de cabeza de Solari y un pase medido de Roberto Carlos. No sirvieron para nada, pero quizá le sirvan en el futuro. Si es cierto que los goleadores viven de rachas, quizás Raúl acabó con una y comenzó otra más provechosa que le valga al Madrid para el inmediato futuro. Fue la maldición rota en San Mamés, donde el Madrid sucumbió sin embargo a otra de sus costumbres, reaccionar tras las derrotas dolorosas. Ayer no pudo ser y además pudo acabar muy mal. Tan mal como acabó Beckham en su primera visita a la Catedral. Debe aprender de Zidane. El francés fue ovacionado cuando abandonó el campo y el inglés abucheado. Raúl también recibió aplausos. Algo debe aprender el jugador inglés, muy afectado por la derrota y por una tarascada previa de Del Horno.
Pero hay costumbres recientes que permanecen inalterables. Por ejemplo, que cuando Urzaiz marca el Athletic gana. Y ayer marcó. Que Yeste deberá inventarse un nuevo corte de pelo porque volvió a marcar. Y que Del Horno le ha cogido la medida al Madrid al que ya le ha endosado seis goles. Son costumbres que se mantienen y que ayer el Madrid no supo romper, quizás cansado, quizás agobiado, quizás aturdido, en un escenario que respondió con una estruendosa ovación al gesto emotivo de la noche, cuando dos niños vestidos con los colores del Athletic soltaron sendas palomas de la paz en memoria de las víctimas del atentado del 11-M en Madrid.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.