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Reportaje:

Asientos para no sentarse

Javier Mariscal lleva la forma de la silla a los dibujos, pinturas y esculturas que presenta en Bilbao

El diseño gráfico y de mobiliario, el interiorismo, los espectáculos de teatro, las películas de dibujos animados, el paisajismo y la ilustración corren paralelos en la vida profesional de Javier Mariscal (Valencia, 1950). Él se divierte canalizando un torrente de creatividad hacia diversos medios y lenguajes entre los que se siente como un equilibrista que salta de uno a otro dirigiendo el numeroso equipo multidisciplinar que trabaja en su estudio. Y aún le queda energía para dibujar, pintar y crear esculturas, como las piezas que ha reunido en la exposición Últimas cosas, que ayer se inauguró en la galería Colón XVI (Henao, 10), de Bilbao.

Las sillas se repiten en los dibujos de gran formato y en las esculturas, "en una reflexión artística sobre el objeto más cercano a la piel" y muy abundante en el mundo occidental. "Hay una media de tres sillas por persona", explica el artista. "La silla está tratada en las obras como un icono. Define muy bien un momento y una atmósfera, y se puede hacer una crónica de la evolución tecnológica a través de la silla".

En la exposición se muestran grupos de sillas de terraza, forjadas en hierro, y otra junto a un velador en la que espera una taza de café. Mariscal reconstruye con facilidad las historias que le inspiraron. "Son esculturas que parte de la realidad, del dinamismo de los lugares por los que han pasado muchas vidas. Hablan de sentimientos, de los desencuentros que vieron o la cervecita que alguien tomó al sol en esa terraza, de la algarabía, del desenfreno, de una pelea o de un punto de resaca".

Otras sillas de Mariscal son piezas solitarias. "Son esculturas que nacen de la traducción de un dibujo, líneas con las que dibujo en el espacio", define Mariscal. Son sillas en las que nadie se sentará, creadas con una varilla de hierro que sustituye al trazo del rotulador sobre el papel de los bocetos.

Mariscal trabaja con acrílicos que llenan sus pintura de colores vivos. Para los dibujos prefiere recurrir a la técnica tradicional del carboncillo, que emborrona hasta conseguir una gama de grises.

El diseño industrial y el dibujo, y su traducción a la escultura, son los polos más distantes del trabajo de Mariscal. Diseña a partir de un encargo, en que la tarea colectiva de su estudio radica en solucionar problemas. "Al diseñar debes tener en cuenta la tecnología, los materiales, los precios. Diseñar es eso: esta lleno de limitaciones", cuenta.

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Con el dibujo y la pintura, en cambio, trabaja en solitario, aislado del entorno. "Es un cambio de onda radical. Estas obras parten de una reflexión personal, íntima, en la que me enfrento sin equipo a un papel en blanco, a una superficie, o a un espacio. Nacen de la necesidad de expresar sentimientos, conceptos, ideas. No hablaría de liberación, porque el diseño no me oprime, pero sí de un cambio total".

Mariscal trabaja ahora en una innnovadora colección de muebles para niños, que sacará al mercado el fabricante italiano Magris. "Casi inventamos nuevas tipologías de muebles. Creamos lugares específicos para los niños en los que los mayores no puedan entrar. Más que mueble infantil es un mundo infantil. Es mágico".

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