Dos autos sacramentales de Calderón entran en el repertorio de la Comédie
Schiaretti dirige 'El gran teatro del mundo' y 'El pleito matrimonial del cuerpo y del alma'
Dos autos sacramentales de Pedro Calderón de la Barca (1600-1681) han entrado en el repertorio de la Comédie Française. Se trata de El gran teatro del mundo y de El pleito matrimonial del cuerpo y del alma, que vienen a sumarse al clásico La vida es sueño. La traducción la ha realizado Florence Delay y la puesta en escena es obra de Christian Schiaretti.
"El auto sacramental es una maravilla en el sentido estricto de la palabra", dice Schiaretti, que sólo se explica la tardanza en incorporar a Calderón al repertorio de la Comédie, porque "en Francia tenemos un problema con el pasado español; desde hace 20 años hemos privilegiado el clasicismo frente al barroco, porque preferimos Racine a Corneille". El director de los dos espectáculos, que se representan hasta el 15 de mayo, considera que "si el teatro es el lugar donde podemos ver la palabra, en Calderón podemos ver la idea".
La académica Florence Delay, protagonista del Procès de Jeanne d'Arc, del cineasta Robert Bresson, autora de varias novelas y ensayos, ayudante de dirección de Jean Vilar o Antoine Vitez, ya había traducido a Calderón para un montaje de Víctor García de 1981. "Entonces, Víctor se enamoró del dispositivo escénico que le permitía El gran teatro del mundo. Era como un niño, quería ver funcionar el mundo, el texto le importaba muy poco. El montaje fue un desastre emocionante. Y digo emocionante porque sólo el genio de Calderón podía salir vivo de aquel desastre", recuerda la traductora, para quien "el lenguaje de Calderón no ha envejecido", aunque concede que "la sintaxis sí, porque aparece sometida a la retórica jesuítica, a un placer maligno del razonamiento, de los considerandos".
En contra de la tradición de la Comédie, tan reacia al escenario desnudo, Schiaretti ha optado por renunciar al decorado. "En su época eran textos que se montaban en la calle, que tenían que poder ser vistos de lejos, en los que los actores podían ser máscaras o muñecos, como en la tragedia griega. Hoy los vemos y escuchamos en otras condiciones, y es importante poder seguir el pensamiento jesuítico, tan negro, descubrir la extremada inteligencia de la escritura de Calderón, que demuestra una vez más que no hay contradicción alguna entre arte y dogma. Es un autor muy potente, que me impresiona porque no tiene ningún miedo a asomarse a los misterios, a los abismos, a plantearse lo que pasa si no hay cielo".
Florence Delay aprueba la austeridad de Schiaretti porque permite obtener "la máxima intensidad con un mínimo de medios", y eso facilita mostrar "la eternidad del texto al tiempo que su modernidad, tender puentes con el existencialismo, que nos apercibamos de que el Dios de El gran teatro del mundo está demasiado contento de sí mismo y que es duro, carente de amor, capaz de tratar a los hombres como a un rebaño". Schiaretti pone de relieve que El gran teatro del mundo está escrito desde arriba, tiene un carácter coral, mientras que El pleito matrimonial del cuerpo y del alma adopta un punto de vista terrenal, es más negro, preludia el romanticismo.
El director, que en la actualidad lo es también del Théatre Nacional Populaire (TNP) de Villeurbane (junto a Lyón), es "un agnóstico sensible al misterio" y dice que pretende hacer "una lectura romana de un texto barroco". La fórmula le ha servido antes para enfrentarse a Corneille -a través de Polyeucte y La Place Royale- y a una controvertida Jeanne construida a partir de los escritos de Charles Péguy sobre Juana de Arco. Son dos afinidades suplementarias con Florence Delay que, como ya queda dicho, fue Juana de Arco para Bresson, pero guarda un recuerdo imborrable del TNP cuando éste comenzaba su andadura de la mano de Vilar y Vitez. "Fue formidable ver cómo se ganaba un nuevo público para el teatro, cómo llenábamos la sala de personas que nunca antes habían tenido acceso a la alta cultura".
Babelia
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