El desplome de IU en el Congreso deja noqueada a la organización andaluza, sin referentes en Madrid
Valderas esperará a las reuniones de los órganos federales para convocar al Consejo Andaluz
El desplome de Izquierda Unida en el Congreso de los Diputados y la pérdida de los tres parlamentarios andaluces, que ha dejado a la organización andaluza sin referentes en Madrid, pesaba ayer más que su estancamiento en el Parlamento de Andalucía. Ningún dirigente había previsto el golpe y están todos noqueados. El coordinador andaluz y candidato, Diego Valderas, ha decidido esperar a las reuniones federales para convocar al Consejo Andaluz que debe afrontar, entre otras cuestiones, la decisión de quién será el nuevo portavoz parlamentario, una vez que él se ha vuelto a quedar fuera.
Pese a que alguno de los múltiples sondeos que se han realizado durante la campaña había apuntado que la concentración de votos en torno al PSOE en las elecciones generales podría significar el extravío de escaños en Andalucía para IU, la hipótesis de pasar de tres a cero no se había contemplado entre los resultados posibles. Referentes como Felipe Alcaraz -portavoz en el Congreso y, aunque sin cargo orgánico, uno de los dirigentes de más peso en Andalucía- o Luis Carlos Rejón, ex coordinador andaluz, se han quedado en el limbo y sin anclaje en la representación pública.
Mientras que unos se consolaban ayer con el objetivo cumplido de haber desalojado a la derecha del Gobierno central, otros se lamentaban de que, en este empeño, se han olvidado de hacer campaña propia. Según este análisis, ha sido la propia IU la que ha abierto el cauce del discurso del voto útil, actuando como telonera de los socialistas. Ya no es posible saber si IU de Andalucía hubiera perdido sus tres diputados en el Congreso antes de los atentados de Madrid, o si la masacre terrorista ha sido decisiva para la debacle de la federación. La mayoría prefiere pensar lo segundo, como también que el estancamiento de IU en el Parlamento andaluz no habría sido tal en distintas condiciones.
Sustenta esta interpretación el hecho de que en las elecciones andaluzas IU ha logrado 149.554 votos más que en las generales en el mismo territorio (de 335.035 a 285.581). Llama poderosamente la atención el caso de Sevilla, donde las autonómicas han superado los comicios a Cortes Generales en 13.413 votos; es decir los electores han cambiado el signo de su papeleta según su destino.
Por esta razón, Diego Valderas esperará a que se celebren las reuniones de los órganos federales para convocar el Consejo Andaluz (máximo órgano entre asambleas) y analizar la situación en Andalucía. Si se compara con el ámbito nacional, IU ha resistido el huracán de votos del PSOE, pero los resultados están muy lejos de ser aceptables. En votos absolutos se ha subido algo (+7.600), pero porcentualmente el retroceso es incuestionable (-1,24 puntos), lo que, si se tiene en cuenta que la federación había tocado suelo en las elecciones de 2000, con el peor resultado de su historia (6 escaños, los mismo que ahora), la lectura se presenta calamitosa. La federación había apostado por primar en su discurso electoral cuestiones que han irritado a la opinión pública, como la guerra de Irak, seguros de su excelente sintonía con los movimientos antiglobalización. Los réditos han ido a parar al PSOE.
La situación interna no ayuda mucho. Se puede decir que las asambleas federal y andaluza se han celebrado en plena precampaña (diciembre) y que la unidad no ha tenido oportunidad de ser puesta a prueba. Ahora sí. Además de las reflexiones que se hagan para operar un vuelco en el proyecto, que no remonta, Valderas tendrá que decidir en el corto plazo quién será el portavoz en el Parlamento, con el riesgo de hacer estallar otra vez la guerra entre críticos y oficialista. Él vuelve a quedarse fuera, lo que complica también su liderazgo levemente ampliado en la última asamblea.
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