Festival rematador
Titín III y Goñi III arrollan (22-10) a Martínez de Irujo y Lasa III en la final del Mano Parejas
Ya aprenderá. Es joven y sobradamente preparado y, por lo tanto, aprenderá. Martínez de Irujo encajó ayer su primera decepción. Perder un Campeonato de Mano Parejas ante Titín, el más sobrado especialista de la modalidad, no es un delito; perderlo como lo hizo Martínez de Orujo supone todo un aprendizaje. El pelotari de Íbero le dio al de Tricio el partido soñado, ese que se juega continuamente en los cuadros alegres, el que deja respirar al zaguero y lo mantiene fresco a lo largo de la disputa, el que minuto a minuto le hace sentirse a Titín pelotari de tronío. Así, ganar es casi imposible.
Mientras dilucidaba esa incógnita, Martínez de Irujo, Titín y Goñi III se pusieron 6-0 en el marcador, seis tantos siempre resueltos por el delantero riojano. Algo inusual. Titín está acostumbrado a que los rivales le ninguneen, es decir le sobrepasen por alto, le castiguen a su zaguero y le obliguen a intervenir desesperadamente para llevar el partido a los cuadros delanteros. En eso es un artista, pero ayer no necesitó de sus artimañas para enredar el partido. Más que el Campeonato, Irujo quiso ganarle a Titín en un mano a mano inusual y el riojano disfrutó como un chiquillo, mientras Goñi III sesteaba como un veraneante.
No había partido. No había final. Lasa, un zaguero de pegada notable y seguridad manifiesta, pasaba inadvertido cuando en sus manos descansaba buena parte del éxito de los azules. Su delantero no lo entendió y le condenó a un papel secundario cuando por estrategia, por pegada y por experiencia estaba llamado a ser el dirigente del partido. Conclusión: al final Lasa también acabó fallando, como si tuviera las manos frías, como si nunca hubiera estado en el partido.
Con esas circunstancias, Titín se aprestó a celebrar un festival de voleas, de ganchos, de dejadas, de cortadas. Todo al más puro estilo Titín, jugando en su sala de estar, es decir en los tres primeros cuadros, soltando los brazos con esa rotundidad brazos acostumbra a poco que el rival le ayude a jugársela en cada golpeo.
Con 11-2 en el marcador, el dinero se cayó en la misma proporción que la moral de los azules. Como si estuvieran perdidos, al menos asomó lo que Martínez de Irujo ha venido demostrando este año, que es más pelotari de lo que fue ayer. Por eso dejó algunos tanto sonados como el 14-5, en una preciosa dejada al txoko, o el 15-6, en un remate demoledor.
Pero eran apenas pinceladas, detalles de un partido que nació muerto, entregado al favoritismo de los colorados y que sólo contaba los minutos para llegar a su fin de la forma prevista. Tanto que Irujo, en su desasosiego, incluso cometió una falta de saque que, mas o menos, venía a traducir su confusión.
No era la final prevista (Olaizola y Beloki eran los presuntos invitados), pero Irujo y Lasa no eran candidatos de segunda fila. Ocurrió que se confundieron, y le dieron a Titín el partido soñado, la final deseada, el título ansiado. Y ya se sabe que Titín, muy bien secundado por Goñi, no acostumbra a la piedad, y ganó de calle.
Titín III, el especialista, se asoma a la leyenda
Augusto Ibáñez, Titín III, ha marcado una época en el mundo de la pelota, pero le faltaba acercarse a la leyenda, ésa que queda registrada en los papeles en virtud de los títulos conseguidos. Titín III consiguió ayer su tercera txapela en el Mano Parejas, tras las logradas en compañía de Arretxe y de Lasa III, su rival de ayer. A cambio, el pelotari riojano no ha conseguido lograr nada a nivel individual. Nunca ha sido un acreditado especialista en el mano a mano, de frontón largo, pero cuenta en su haber con la famosa final que disputó (y perdió) contra Retegui, en el Cuatro y Medio, y que ha quedado grabada para siempre entre los aficionados a este deporte.
Ciertamente, Titín es un pelotari de parejas. Su juego nace, crece y termina en los cuadros alegres. Si no, el frontón se le hace extremadamente largo. No tiene la pegada suficiente para manejar ese tipo de partidos y no goza de un saque determinante. Nació para jugar a parejas y en eso no tiene parangón: imposible luchar con él en la parte alegre del frontón; obligatorio golpear la pelota para sobrepasar su juego de gancho.
Titín, el orgullo de la Rioja, es más que ninguno un auténtico especialista. Si Titín entra en juego es difícil ganar, si tiene zaguero poderoso es complicado superarle. Sólo castigando al zaguero el juego se equilibra y entonces hay partido, algo que ayer no ocurrió por la cerrazón de Martínez de Irujo en aceptar un rifirrafe con el mejor especialista en el remate.
Títín venía de perder el campeonato del Cuatro y Medio contra Nagore (otro especialista de la modalidad), pero superó el bache. A sus 35 años, parecía poco probable que el delantero de Tricio sucumbiera a la adversidad, menos aún en su campeonato favorito, el juego por parejas.
En todos sus triunfos ha contado con zagueros de garantía. Primero, Arretxe, un pelotari poderoso; luego, Lasa III, un zaguero que une pegada y colocación y ahora con Goñi III, probablemente el más seguro de cuantos figuran en la lista.
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