"La obra sólo es perfecta en el pensamiento"
Pregunta. Ahora vive en Berlín.
Respuesta. Se me ofreció primero la oportunidad en el año 2000 como artista invitado por el DAAD Berliner Künstlerprogramm y luego repetí como artista invitado en 2002.
P. Este programa sólo invita a artistas muy importantes.
R. Está muy considerado. Consiste en que invitan a vivir en Berlín durante un año a los artistas que creen que son más interesantes en el momento, con una trayectoria y un reconocimiento internacional, para que produzcan allí, expongan y establezcan relaciones. Y luego hacen todo lo posible para que te quedes. Es lo que ha ocurrido en mi caso.
P. ¿Se le valora más fuera que aquí?
R. Alemania y Francia y Holanda son culturas diferentes. Digamos que tienen una visión del artista diferente y si la obra es buena, todo es más fácil. Aquí, a veces, es un calvario.
P. Es compositor, escultor... ¿Cómo se definiría?
R. Para definirme tengo que explicar mi trayectoria. El artista es lo que ha vivido y los conocimientos que ha acumulado. Desde niño me interesaron las artes plásticas y la música, pero mis padres me dijeron que eso no servía para nada y tuve que estudiar magisterio. Pero también me matriculé en el conservatorio y estudié todos los cursos de composición. Estuve de catedrático en el Conservatorio de Zaragoza, me fui a París con una beca y luego obtuve otra para ir a Roma... y ahí empezó todo.
P. Había ganado dos veces el premio en inventiva de juguetes.
R. Ese fue otro factor. Tuve un tío que era técnico en electrónica y empecé a interesarme por los circuitos electrónicos. A los 11 años hice una radio y hasta los 17 jugué a inventar circuitos electrónicos. Entonces, cuando en Roma estuve en contacto con muchos artistas plásticos recapacité mucho sobre mi vocación. La oportunidad se me presentó cuando tuve que intercambiar un regalo al final de la beca con el pintor Pérez Villalta. Él sabía lo de los circuitos electrónicos y me pidió un invento que relacionara la música, que es lo que yo hacía, y la luz, que era lo suyo.
P. Y se lo tomó en serio.
R. Recordé que a los 15 años había hecho un circuito que relacionaba la luz y el sonido: un oscilador con una célula fotoeléctrica. Me gustaba mucho, pero no sabía para qué servía. Y entonces se llenó de significado. Poco a poco fui descubriendo nuevas posibilidades y me di cuenta que podía hacer un proyecto que relacionase la luz con el sonido.
P. ¿Sabía algo de instalaciones sonoras?
R. No había oído hablar nunca de ellas. Mi proyecto fue presentado al Centro Nacional de Artes Plásticas de Francia por el Instituto Francés de Valencia y lo pude desarrollar como invitado.
P. ¿El arte conforma un todo indivisible?
R. Para mí no tiene sentido hablar de los géneros artísticos. Yo tengo deseos de hacer una obra, que sólo en el pensamiento es perfecta, y cuando la hago tropiezo con inconvenientes: tengo que elegir uno u otro camino. En mi imaginación no es clasificable, pero para sacarla hay que enfrentarse a la realidad, que es donde existen diferentes caminos que obligan a programarse en el Palau de la Música o en un museo o una sala de exposiciones. La realidad de esos caminos creados por la sociedad es la que crea los compartimentos del arte.
P. ¿Qué persigue su obra?
R. Trato de hacer la obra que imagino lo más pura posible, sin plantearme a qué género pertenece. Lo que sí me planteo es en qué sitio se comprende mejor, y me considero muy respetuoso con todos esos estamentos.
EN DOS TRAZOS
Las instalaciones de José Antonio Orts (Meliana, 1955) son únicas en el mundo del arte. En ellas utiliza esculturas sensibles al espectador y a la luz que producen sonidos. Dentro de cada una de sus obras está el entorno y el público se introduce en ellas, las percibe y las cambia con sus movimientos: las aviva. Es un artista multidisciplinar que compone música contemporánea o inventa instrumentos, como un circuito fotosensible que produce un timbre musical que no corresponde a ninguno de los instrumentos conocidos de la orquesta y ofrece grandes posibilidades por su complejidad.
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