_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Lo peor de todo

Uno esperaba dedicar su columna del sábado a la reflexión, bonito tema. Esa jornada cuatrienal que el sistema democrático ofrece para la reflexión merecía un artículo. Ese forzarnos a sopesar la labor de un Gobierno y las ofertas de los aspirantes a reemplazarlo, todo en un solo día, como quien trata desesperadamente de aprenderse un temario la víspera del examen, merecía una pequeña reflexión de urgencia. Esa oportunidad de detener la marcha, pararse al borde del camino y hacer balance, cuenta y razón de nuestra asendereada vida a lo largo y lo ancho de los últimos años puede dar mucho juego, y mucho que pensar.

Ya lo decía el sabio: es peligroso asomarse al interior. Quizás por eso los políticos se aseguran de que reflexionemos solamente unas horas en un día, justo antes de votarles, no vaya a ser que las neuronas se nos revolucionen y demos, como Alonso Quijano, en orates. Uno puede ponerse a reflexionar sobre las elecciones y terminar pensando, por ejemplo, en su contrato laboral, en la factura estupefaciente que acaba de pagar en el taller mecánico o en el extraño comportamiento de su mujer desde las últimas vacaciones en Fuengirola.

Uno quería hablarles de estas cosas aprovechando un sábado de calma, pero no puede ser. Ha pasado lo peor, lo que todos sabemos, lo que nadie quería pensar, lo del 11 de marzo en Atocha. Otro número negro y otra letra. El 11-M será, a partir de ahora, el Día Europeo de las Víctimas del Terrorismo. Así se ha decidido en el Parlamento de Estrasburgo.

Ha pasado lo peor. Y lo peor son los muertos, esos casi 200 cadáveres y esos 1.400 heridos y esas familias desmembradas, heridas para siempre, sin sutura posible. Otra siembra feroz de carne rota sobre las vías del tren: currelas y estudiantes que viajaban en un ferrocarril de cercanías, que se habían levantado con el alba y que, seguramente, ni siquiera se habían podido despedir de sus parejas, sus padres o sus hijos. Los muertos de Madrid son los muertos de siempre, las víctimas de siempre, los inocentes de toda la vida. Ni un solo promotor de los conflictos que, con razón o sin ella, sirven de justificación a estas matanzas está muerto, como no sea de muerte natural. Las víctimas son siempre las mismas; siempre son inocentes. Los corazones siempre son ajenos; la sangre que bombean siempre es la de otro. La sangre derramada y la sangre que se da: la de los ciudadanos que anteayer trasfundían la suya a manos llenas. Siempre la misma sangre. La mejor.

Lo peor es que mañana, de algún modo, toda esa sangre va a manchar más de dos y de tres papeletas. La maldita violencia, hija del miedo, lo emponzoña absolutamente todo. De eso sabemos algo en esta tierra. Eso es lo malo. Que la balanza electoral se incline por el peso de la sangre hacia uno u otro lado. Eso es lo peor.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_