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HISTORIAS DEL 'CALCIO' | FÚTBOL | Internacional
Columna
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La gran jugada infeliz de Ganz

Enric González

Los viejos soldados, decía el general McArthur, no mueren: se desvanecen en la distancia. ¿Y los viejos futbolistas? Que se lo pregunten a Maurizio Ganz, que nunca fue general, sino delantero raso, y a los 35 años ejerce aún como único punta y "hombre bala" de su equipo.

Ganz marcó ayer el primer gol del Ancona. Tras el empate del rival, la Reggina, siguió luchando y al inicio del segundo tiempo hizo la jugada del partido: recibió en campo contrario un balón desesperado que alguien, seguramente con los ojos cerrados, había despejado desde el área anconesa; controló con el pecho, burló con la cintura a su marcador y al portero contrario y cuando se dirigía hacia la portería chocó con un defensa y cayó. Era penalti y expulsión del defensa de la Reggina, como último obstáculo entre el delantero y el gol. El árbitro corrió hacia Ganz, en el suelo, y le mostró una tarjeta amarilla por simular. Era la segunda y el pobre Maurizio tuvo que marcharse al vestuario.

El Ancona empató. A estas alturas de la temporada no ha ganado ni una sola vez. Sus siete puntos proceden de siete empates.

Ganz ha jugado en la Sampdoria, el Monza, el Inter, el Milan, el Atalanta, el Brescia, el Parma, el Venezia y la Fiorentina. En este último club vivió el desastre de la quiebra, la liquidación y el descenso a Tercera, y escapó hacia el Ancona. "Quiero jugar, divertirme, ganar y ser feliz", explicó en el momento del traspaso, verano de 2002. Qué vista. El Ancona estaba en Segunda y el año pasado ascendió por los pelos, como cuarto clasificado. Este año transita por el limbo de un largo retorno a Segunda y todo el mundo le pasa por encima.

Ganz, que lleva 18 años en el calcio profesional y le ha visto el brillo y las miserias, debería escribir un libro. Cuando debutó, el Milan no era aún de Berlusconi, no existía la televisión de pago y la fuerza de un club se medía por el número de socios. Después de acumular una deuda global de 2.000 millones de euros, 1.500 de ellos en los últimos siete años, la Primera División italiana sigue siendo cosa de los cinco con más simpatizantes: Juventus, Milan, Inter, Roma y Lazio. El Parma, que tuvo una época dorada gracias al dinero fraudulento de Parmalat, parece condenado a regresar a la oscuridad. Lo mismo podría ocurrir con la Lazio, que se beneficiaba de los manejos financieros de Sergio Cragnotti, recién internado en prisión. La Roma y su dueño, Francesco Sensi, con una deuda total de 648 millones de euros (más de 100.000 millones de pesetas), sueñan con que un archimillonario ruso evite el desastre. El Inter tiene la Pirelli y los petrodólares de Moratti detrás, pero no hace gran cosa. Jugar, juegan el Milan, el Roma y la Juve, Esta última con más rabia que talento. Sólo Milan, Roma y Juventus saldrían como favoritos en un teórico encuentro con un equipo mediano español. Tanto gasto para esto.

El baile de los millones aburre. Seguramente lo más futbolístico que se vio ayer en Italia fue la gran jugada infeliz de un tipo de 35 años en un equipo que no ha ganado ni un partido.

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