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Crónica:FÚTBOL | 27ª jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

Monólogo desafinado

El Atlético, a pesar de su dominio abrumador, empata con el Murcia por su falta de imaginación

El Atlético juega contra sí mismo. Tuvo siempre la pelota, pero sin encontrar nunca el tono. El Murcia se encontró su gol en una de las dos veces que atacó. Fue su única contribución a un encuentro que se empeñaron en perder los rojiblancos y al final consiguieron empatar con la bocina resonando en sus oídos.

El Murcia, cuando le tocó defender, o sea, casi siempre, lo hacía con nueve jugadores distribuidos entre el punto de penalti y la línea de tres cuartos. Hasta siete defensas alineó Toshack: dos laterales, tres centrales y dos medios centro defensivos. Muchos tipos duros, como Acciari, entregados a la causa de cerrar espacios y obligar al Atlético a pensar. Buena estrategia. Principalmente, si se tiene en cuenta que en el equipo rojiblanco no gusta pensar. Sobre todo, no gusta en el centro del campo, esa despoblada franja de terreno por la que nunca transita la pelota.

ATLÉTICO 1 - MURCIA 1

Atlético: Aragoneses; Aguilera (Paunovic, m. 76), Simeone, García Calvo, Sergi; De los Santos (Ortiz, m. 62); Jorge, Ibagaza, Nano; Nikolaidis (Arizmendi, m. 62) y Fernando Torres.

Murcia: Bonano; Valera, Loeschbor (Cuadrado, m. 46), Hurtado, Azkárate, Carreras; Acciari, Sebas (Gancedo, m. 38); Richi, Luis García (Jensen, m. 77); y Esnaíder.

Goles: 0-1. M. 55. Luis García, de penalti cometido por Simeone sobre Richi.

1-1. m. 93. Nano, de falta directa.

Árbitro: Carmona Méndez. Amonestó a Acciari, Cuadrado, Simeone, Valera, Bonano y García Calvo. Expulsó a Jorge (m. 82).

Unos 40.000 espectadores en el Calderón.

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De los Santos sigue fiel a su propia teoría de que el medio centro es poco más que un central en misiones de avanzadilla. Un infiltrado en territorio hostil cuya única misión es barrer la pelota si se está defendiendo y esquivarla si se pretende atacar. El resultado es que Ibagaza queda lejos, muy lejos, y el balón progresa por los laterales hasta que muere antes de desembocar en la línea de fondo.

A veces, como en toda regla, hay excepciones. Ayer fue Nano. El gallego consiguió agujerear el entramado de capas defensivas superpuestas de Toshack en algunas ocasiones. Ocasiones que se tradujeron en peligro para Bonano, como cuando un servicio en arco suyo lo remató Nikolaidis al palo. El griego también estrelló un cabezazo en plancha en el larguero en el segundo tiempo.

Mientras, Jorge, en la derecha, pero con cierta libertad de movimientos, se quedaba como una molécula flotante y aislada. Incapaz, por naturaleza, de entrar por la banda como extremo, y, al tiempo, recluido en el costado. En el segundo periodo se metió directamente en el centro como organizador tras la salida del campo de De los Santos. El canario no terminó el partido al ser expulsado por dirigirse al linier. Para entonces, ya estaba completamente desquiciado. Fernando Torres, único faro del equipo, tocó mucho más el balón en el medio que en el área. El delantero, desesperado, tenía que bajar al centro para poder tocar la pelota. Y, desde allí, muy lejos de donde hace daño, consiguió meter un par de balones a Ibagaza, en un extraño intercambio de papeles, que acabaron en sendos disparos inocentes del argentino.

Así, de error en error, de pase mal medido en balón al contrario, el Atlético consiguió destensar los músculos del grupo de Toshack. Tanto, que incluso llegaron a disponer de un par de oportunidades antes del penalti. Un tiro desde el área pequeña de Esnaíder, que posteriormente con un cabezazo estuvo muy cerca de hacer el segundo gol para los suyos, y una galopada de Richi. Precisamente Richi, un chaval criado en la cantera rojiblanca, fue lo más luminoso del Murcia, además, de ser el responsable directo del gol de su equipo al provocar el penalti de Simeone con una buena jugada individual.

Conforme pasaban los minutos, el Atlético se encomendaba más al toque de corneta. El resultado era el mismo que dio en los primeros minutos el control plano de la pelota: ninguno. Ni siquiera la salida al campo de Arizmendi y Paunovic dio resultado. Y no fue así por una razón: el Atlético no era capaz de centrar con precisión. Todos los ataques, y fueron muchos, terminaban con un centro demasiado alto, o demasiado fuerte, o demasiado atrás, o... demasiado al contrario. Lo importante no es tener la pelota, sino saber qué hacer con ella. En el Atlético nadie se paró siquiera a hacerse esa pregunta.

Simeone se lamenta de una ocasión fallida.
Simeone se lamenta de una ocasión fallida.MIGUEL GENER

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