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Reportaje:ATLETISMO | Campeonatos del Mundo en pista cubierta

A Lamela le falta un centímetro

Eliminado de la final, el saltador español prefiere mirar sólo hacia Atenas

Carlos Arribas

Hace, casi día por día, cinco años, Yago Lamela, un joven de 21 años sin apenas referencias fuera de su grupo de conocidos, simbolizó, con un brinco de madrugada en Japón de 8,56 metros, el gran salto del atletismo español, instalado desde entonces en una imparable dinámica de éxito. Nada volvió a ser como antes. Enganchada a la suerte del asturiano, múltiple medallista mundial y europeo en pista cubierta y al aire libre, España progresó y se estableció en la élite mundial.

Lamela y su gente han sopesado ahora hasta el último minuto la posibilidad de no participar en los Mundiales bajo techo de Budapest, para los que ni siquiera había logrado la mínima (8,10 metros) en la temporada invernal. Podía haber hecho como su gran rival de 2003, el estadounidense Dwight Phillips, que los ha tachado. Pero, finalmente, aprovechando la marca alcanzada en 2003, dio el sí. Un con condiciones. "Tenía que venir", dijo ayer Lamela, a cuyo entrenador, Rafael Blanquer, no le gusta mantener encerrados a sus atletas, trabajando duro sin más. "Esta cita es parte de mi preparación [para los Juegos Olímpicos de Atenas]. Hay que estar a todas". Lo decía también ayer Lamela después de quedarse en 7,95 metros en la fase clasificatoria, fuera de la final por un centímetro, ante la palidez progresiva de Blanquer, sentado en la grada.

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Había sido un riesgo calculado. "Yago está más fuerte que nunca", dijo Blanquer, que ha basado la preparación invernal en mucho volumen, mucha cantidad y ninguna calidad; "pero tiene problemas con la carrera. Si hubiera pasado esta ronda, si hubiese tenido un pelín más de fortuna en esos tres saltos y hubiera sido finalista, casi seguro que mañana habría pescado uno bueno y estado en las medallas".

En todos los años olímpicos hay dos tendencias preparatorias. Una consiste en buscar un pico de forma en el invierno y otro al aire libre en el verano. "Es lo que hago", comentó Marta Domínguez, la fondista palentina que nunca falla en las grandes competiciones; "yo hago dos preparaciones totalmente distintas, la de invierno y la de verano. Y a mí me sabe mal que se utilice la disculpa de Grecia si se falla ahora. He venido porque estoy bien. Si no, no habría venido". Domínguez se clasificó para la final de los 3.000 metros mostrando su dominio de la pista y... las pantallas gigantes de televisión. Se pasó seis de los nueve minutos de la carrera controlando a través de ellas a sus rivales, contando mentalmente los puestos, vigilando a la etíope Adere, la gran favorita. El último kilómetro fue más complicado, pero lo salvó con su garra y su calidad, sin perder nunca la cabeza. Entró la cuarta y, como siempre, casi parándose para quitarse la cinta rosa del pelo.

"Aquí he venido a soltarme", declaró, a su vez, Antonio Jiménez, Penti, el espectacular corredor de los 3.000, que también se clasificó para la final junto a Sergio Gallardo; "aquí no me pidáis medallas, pedídmelas en Atenas. Aquí me he quitado el nerviosismo. Pero tenía que meterme en la final como fuera". Así se metió, en una maniobra arriesgada que a punto estuvo de costarle una grave caída o una descalificación, por un hueco inverosímil. Cuando sonó la campana e iba a adelantar por la izquierda al holandés Liefers, que le cerraba la calle 1, recibió su codo y sus puntas en los tobillos. Salió despedido como un saltimbanqui entre las publicidades y los monitores de los cronómetros. "Y menos mal que soy obstaculero y pude volver sin caerme", explicó. Volvió cargado de adrenalina y furia. Exhibió toda la fuerza guardada, la que no pudo sacar la pasada temporada por sus problemas de ansiedad. Fue una liberación.

Lamela se fue del estadio más cabizbajo, sin la gratificación de un éxito, con la sombra de una duda pese a que, insistió, sabía lo que podía pasarle. "Yo no me he planteado un pico de forma en el invierno. Hemos decidido hacerlo así para que esté más fuerte en Atenas. Ya veremos qué sale de esto", expuso; "lo de hoy ha sido lógico. No estaba al ciento por ciento y he saltado en mis distancias. Sabía que estaba entre 7,85 y 8 metros". Hace mes y medio saltó 8,04 metros, su mejor marca del año. También por entonces hizo nulos en el entorno de los 8,20.

Se fue también Lamela transmitiendo vulnerabilidad, lo que no dejarán de aprovechar sus adversarios. "Pero... no", prometió; "cuando las cosas no salen bien, yo respondo con más rabia en los entrenamientos".

Yago Lamela.
Yago Lamela.EFE

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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