Ponga un letrado en su problema
El Colegio de Abogados vizcaíno lanza una campaña publicitaria para animar a contratar los servicios de los bufetes
El prestigio social de los abogados no está en su punto más alto. Eso piensan quienes ríen a mandíbula batiente cuando alguna persona, enemiga declarada o no de los que llevan en la pechera esa profesión, pregunta aquello de: "¿Qué son 5.000 abogados apretujados y encadenados en el fondo de mar?" La respuesta es: "Un buen comienzo", y suele ir acompañada de las sonoras carcajadas de la audiencia.
Tal vez para contrarrestar la imagen social que revela el chiste, que parece inventado por la víctima de algún pleito mal resuelto en algún tribunal de tercera, algunos colegios de abogados ha decidido invertir en una publicidad de sentido contrario. Se han tomado en serio lo de acabar con la mala fama de tiburones y picapleitos que arrastra una profesión denostada y solicitada casi por igual.
En el Colegio de Abogados de Vizcaya prefieren hablar de "abogacía preventiva". Pero, ojo, no para prevenir la mala fama, sino los problemas en los que, al final, se puede ver metido el común de los mortales "por no haber consultado a tiempo a un abogado". Y no es broma, porque la campaña publicitaria que puso en marcha el colegio en diciembre, y que ha vuelto a repetir ahora en publicidad estática, no plantea situaciones extrañas o producto de algún guión de Hollywood.
"Tanto trabajar y ¿ahora en la calle?", reza uno de los carteles-reclamo colocados recientemente en las estaciones del metro de Bilbao. "Compras, pagas ¡Y no funciona!". "Tu vecino, ¿es un insoportable?". "Heredas... ¿y son sólo deudas?" "Te roban... Denuncias... ¿y encima pierdes?"
Todos los carteles de la campaña, diseñados por la agencia Oppis, llevan en la parte inferior una leyenda que invita a pasar por un bufete antes de que la cosa vaya a mayores o, simplemente, no tenga remedio. "No esperes más, consulte a un/a abogado/a", invitan.
Alberto Seco, gerente del Colegio de Abogados de Vizcaya, reconoce que los letrados, "como otras profesiones, estamos sometidos a críticas profundas. Estamos mal vistos", admite. Pero, en su descargo, Seco afirma que "al abogado, muchas veces, le viene el ciudadano de a pie con auténticos muertos". Para evitar que un asunto acabe en la carpeta de casos perdidos o desahuciados que habitan en casi todos los bufetes del mundo, el Colegio de Abogados de Vizcaya ha puesto en marcha una campaña de sensibilización entre la población. Es como el chequeo anual sanitario para detectar a tiempo una dolencia antes de que le lleve a uno a la tumba. Pero aplicado al mundo de los tribunales, los abogados y las togas.
En el Colegio, además, están convencidos de que el mensaje llega, tanto a la población como al mundo de los letrados. "No hemos hecho ningún estudio del impacto de la campaña que realizamos en invierno, entre otras cosas porque nos hubiera salido más caro que la propia campaña. Pero hay un dato que nos confirma que ha calado. En el Colegio hacemos un montón de cosas, publicaciones, charlas, libros y muchas de ellas pasan desapercibidas. Sin embargo, con esta campaña se nos ha acercado la gente para felicitarnos. Algo querrá decir", asegura Alberto Seco, no sin poner una pizca de orgullo en su reflexión.
La última campaña publicitaria le ha salido al Colegio de Abogados de Vizcaya por unos 20.000 euros. Tampoco ha sido la primera. Hace año y medio, el órgano colegial realizó otra similar, aunque entonces utilizaron cuñas radiofónicas. Y en la década de los 90, los colegios de abogados del eje atlántico ya hicieron sus pinitos en el mundo de la publicidad, entonces con vuelos más altos al salir en prensa y televisión.
No siempre ha sido fácil. Anteriormente, la Agencia de Defensa de la Competencia "limitaba la publicidad en la abogacía", recuerda Seco. Finalmente, "la Ley de Defensa de la Competencia zanjó el asunto, determinando que la publicidad que se hiciera fuese veraz y no fuese contraria a los intereses del consumidor", indica el miembro de la junta directiva del Colegio de Abogados de Vizcaya.
Pese a todo, desde el colegio vizcaíno se sigue defendiendo que la mejor tarjeta de presentación de los profesionales de la abogacía es su trabajo, el bueno, claro, y no una campaña publicitaria con mayor o menor éxito. "La publicidad es cara y sus efectos son relativos. Y, claro está, nosotros no somos americanos y esto no es EE UU", donde uno de los deportes nacionales más exitosos es pleitear, dice Seco.
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