_
_
_
_

Las milicias chiíes refuerzan sus posiciones tras los atentados de Bagdad y Kerbala

Miles de iraquíes asisten a los funerales por las 171 víctimas sin presencia de soldados de EE UU

Ángeles Espinosa

Las milicias chiíes están aprovechando la indignación causada por los recientes atentados para reforzar sus posiciones. Hombres armados sin otra identificación que sus tarjetas de guardas de la Organización Báder controlaban ayer los accesos no sólo al mausoleo de Kadhumain, sino a todo el barrio de Kadhumiya, al norte de Bagdad. No había policías y la presencia estadounidense se limitaba al sobrevuelo de dos helicópteros Apache. La situación en Kerbala era similar. En ambas ciudades, los funerales de las víctimas mortales se desarrollaron en medio de manifestaciones de desafío frente a quienes intentan arrastrar a los chiíes a una guerra civil.

Más información
Las guerras del conflicto iraquí

"No van a asustarnos; Sadam nos hizo mucho mas daño, mató a cientos de miles de chiíes y aquí estamos", asegura Razzak, cuya tienda frente a la Puerta del Perdón del santuario había sufrido el día anterior los efectos directos de uno de los hombres bomba. Ante él desfilan miles de hombres venidos de todos los barrios chiíes de Bagdad para demostrar que no tienen miedo, que la provocación no les ha afectado. Están convocados por Múqtada al Sáder, el joven clérigo que critica la cooperación con los ocupantes de la mayoría de los dirigentes religiosos de su comunidad. Una prueba más de unidad.

"Condenamos los atentados de Kerbala y Bagdad", rezan las pancartas. Por los altavoces, se recuerda a los "mártires de la Achura". "Os encontraremos en el paraíso", prometen. Los muertos se elevan finalmente a 171, 106 en Kerbala y 65 en Bagdad, según informó más tarde el presidente de turno del Consejo de Gobierno, Mohamed Báher al Ulum. "Pensábamos que estos baños de sangre se habían acabado tras la caída de Sadam Husein", manifestó por su parte Muafak al Rubai, otro de los miembros de esa presidencia colegiada. El Consejo decretó el martes tres días de luto oficial y ayer todas las instituciones públicas permanecieron cerradas. También retrasó la firma de la Constitución provisional, que finalmente se celebrará mañana.

Hay algunas llamadas a la venganza, pero son las menos. Con gran disciplina, los manifestantes rodean el recinto, que permanece cerrado "por razones de seguridad", según explica uno de los guardias. Tan inusual medida se adoptó por primera vez tras el derrocamiento de Sadam, cuando una ola de saqueos y pillajes barrió la capital. "Entonces, cerramos durante 20 días", recuerda el hombre. Sin embargo, sólo el mausoleo permaneció fuera del alcance de los fieles, que sí podían acceder al patio para rezar.

La obsesión por la seguridad se percibe en todo Bagdad. Hay más controles de policía que de costumbre y los carros de combate Abrams vuelven a patrullar la ciudad, cuando hacía varias semanas que habían sido reemplazados por blindados de menor tamaño. Sin embargo, en el barrio de Kadhumiya, la protección del santuario chií más importante de la capital, el Kadhumain, o mezquita de los dos Kadhem (por los imames Musa al Kadhem y Mohamed al Yawad al Kadhem), está controlada por milicianos de la Organización Báder. Lo mismo sucede en Kerbala, donde las fuerzas de la coalición decidieron ya antes de la Achura no intervenir para evitar susceptibilidades.

La supuesta cooperación de los milicianos chiíes con la policía local durante la peregrinación se transformó ayer en un total control de la situación por parte de aquéllos, tal como pudo comprobar esta enviada. Cuatro hombres armados con Kaláshnikov rodearon su coche en el momento que estacionaba en Kadhumiya. Sin uniforme y apenas identificados por tarjetas colgadas del cuello, los individuos exigieron la documentación de los ocupantes y del vehículo, antes de proceder a registrarlo y preguntar qué estaban haciendo allí. Cuando descartaron sus sospechas, se disculparon educadamente y explicaron que recelaban de cualquier extraño.

Orden de desarme

Más adelante, todos los controles y cacheos personales en el acceso al santuario están también en manos de la Organización Báder. Es el nuevo nombre de la Brigada Báder, el brazo armado de la Asamblea Suprema para la Revolución Islámica en Irak (ASRII), el principal partido chií. Sus entre 10.000 y 15.000 hombres regresaron a Irak con su líder, Mohamed Báqer al Hakim, el pasado mayo. Receloso de sus conexiones iraníes, el Ejército norteamericano exigió su completo desarme. Sus dirigentes se mostraron renuentes aduciendo que los kurdos mantenían a los peshmergas. Esa exigencia está recogida en la Constitución que se firmará mañana.

Tras el asesinato de Al Hakim el 29 de agosto pasado, los chiíes acusaron a EE UU de haber creado un vacío de poder al desarmar a los Báder. El actual presidente del Consejo llegó a suspender su participación en ese órgano y amenazó con crear una milicia para proteger los santos lugares de Nayaf. Múqtada, el clérigo rebelde, aprovechó la ocasión para armar a su Ejército del Mahdi. La exhibición de poder de unos y otros en Nayaf y Kufa fue demasiado para los soldados estadounidenses, que emprendieron negociaciones para controlar al personal armado.

Mujeres iraquíes lloran por las víctimas de los atentados del martes, ayer en el mausoleo Kadhumain de Bagdad.
Mujeres iraquíes lloran por las víctimas de los atentados del martes, ayer en el mausoleo Kadhumain de Bagdad.REUTERS

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_