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Reportaje:

Adopciones con final feliz

Tres niñas haitianas comparten los primeros días con sus padres españoles

A Blanca Fernández se le cae la baba con Anaika. Tony Bermúdez y Mireia Sagrera irradian emoción con Mar, el nuevo nombre que le han dado a Lisbeca. Y a Ignacio García se le percibe feliz con Wislin.

Los cuatro llegaron de Barcelona a Santo Domingo, capital de la República Dominicana, con una misma ilusión: reunirse con sus nuevas hijas, tres pequeñas haitianas a las que han sacado del infierno de país en el que vivían para llevarlas consigo a tierras catalanas y darles una vida nueva, en familia.

La adopción de estas tres niñas de tez oscura y moñitos en el pelo iba a ser una más de tantas que ocurren en el mundo a diario. Pero el destino quiso que fueran protagonistas de una historia especial. Diplomáticos españoles y cuidadores haitianos las subieron a un avión para evacuarlas de Puerto Príncipe a territorio dominicano.

Las tres pequeñas fueron evacuadas desde Puerto Príncipe hasta Santo Domingo

Eso ocurrió el pasado jueves, cuando en la capital de Haití las fuerzas defensoras del todavía presidente, Jean Bertrand Aristide, convertían el caos en muerte. Veinticuatro horas más tarde Blanca se reunía con su hija. Las cerca de ocho horas de vuelo desde Madrid se las pasó mirando el rostro de Anaika en una foto publicada por EL PAÍS.

"Mi encuentro fue muy tenso. Ella lloraba sin parar y no dejaba de dar patadas. Era una situación casi de histeria". Esta madre primeriza ha vivido todo un calvario con final feliz. Está separada y ello le restaba méritos en casi todos los países donde había niños para adoptar.

Haití le abrió la puerta a su esperanza. "Comencé los trámites con otra niña, pero se murió". Luego llegó la posibilidad de convertirse en mamá de Anaika, que en enero cumplió dos años. "Come como una lima", dice mientras la pequeña se mete un pedazo de jamón a la boca. "En dos días ha mejorado bastante", cuenta Blanca, y la niña se regocija con las caricias que siente en su barriguita.

Wislin, por el contrario, no parece haberse levantado de muy buen humor. En brazos de Ignacio, su padre, se la ve inquieta. Sujeta una galleta en una de sus manos. "Le gustan mucho", dice alguien que está viviendo la experiencia de una adopción por segunda vez. Anjú, su primera hija, tiene cinco años. "María José y yo la adoptamos en la India. Ahora es diferente, ni mejor ni peor", cuenta Ignacio, a quien su mujer le llama "muchas veces al día".

Durante las últimas semanas, viendo cómo andaban las cosas por Haití, llegó a pensar que el proceso de adopción se complicaría. Finalmente, el sábado llegó a Santo Domingo y se encontró a Wislin "muy cansada. Se durmió enseguida".

La pequeña se calma y se altera por momentos. Los brazos de la anfitriona del encuentro, la embajadora de España en la República Dominicana, María Jesús Figa, callan su lloro por instantes. La diplomática fue la que recibió a las tres niñas haitianas cuando arribaron de Puerto Príncipe. Con la ayuda del servicio de la embajada y de una de sus hijas, ha hecho de canguro.

"Si se quedan más tiempo, me las quedo", dice encantada, a la vez que recalca su confianza en que otros procesos de adopción que hay abiertos con Haití puedan tomar su curso normal una vez se estabilice la situación con la llegada de una fuerza multinacional a Puerto Príncipe.

Por el momento, la hija de Tony y Mireia ya se ha reunido con ellos. Mar es la más tranquila de las tres niñas. Y, por lo que dice Tony, tiene dotes de toda una señorita. "Cuando ve una cosa fuera de su sitio, la señala para que la pongas bien". A Mireia ahora se la ve tranquila, "pero cuando estalló el conflicto en Haití, pensé que nunca la íbamos a tener con nosotros".

Blanca regresa hoy a Barcelona. Ignacio, Tony y Mireia no encuentran la manera de adelantar su fecha de vuelta. "Parece que estamos en temporada alta", dice Blanca. Personal del Consulado español en Santo Domingo está poniendo su granito de arena para ver si les cambian los billetes. Una vez en España, las tres familias tendrán que culminar el proceso de adopción para integrar a Anaika, Mar y Wislin en su nueva vida.

Blanca Fernández y Anaika, en Santo Domingo.
Blanca Fernández y Anaika, en Santo Domingo.RICARDO HERNÁNDEZ (EL CARIBE)
Una de las niñas adoptadas, antes de ser evacuada de Haití.
Una de las niñas adoptadas, antes de ser evacuada de Haití.AFP

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