La detención de dos etarras evita un gran atentado en Madrid
Irkus Badillo y Gorka Vidal, apresados en Cuenca, viajaban con más de 500 kilos de explosivos - Interior mantiene la alerta por temor a otra acción antes del 14-M
ETA pretendía llevar a cabo un sangriento atentado terrorista en Madrid en plena campaña electoral. La Guardia Civil interceptó en la madrugada de ayer en Cañaveras, localidad de 400 habitantes en la provincia de Cuenca, una furgoneta cargada con 536 kilos de explosivos y detuvo a dos presuntos etarras. Según fuentes del Ministerio del Interior, los terroristas pretendían perpetrar, posiblemente hoy, una matanza en la capital. El objetivo, que anoche no había sido dado a conocer, podría estar en las proximidades de la carretera Nacional II. Los detenidos no tenían antecedentes policiales.
Según fuentes de la lucha antiterrorista, con esta operación ETA quería demostrar que la tregua anunciada para Cataluña no afecta al resto de España. Se trataba de la "acción espectacular" que las fuerzas de seguridad auguraban para antes de las elecciones del próximo día 14. En el Ministerio del Interior no se descarta que la banda terrorista pueda aún realizar otro intento antes del 14-M, por lo que mantiene en estado de "máxima alerta" a todos los servicios antiterroristas. "Es un momento de riesgo por la campaña electoral y la tregua en Cataluña", afirmó ayer el ministro Ángel Acebes.
La furgoneta interceptada en Cañaveras había sido robada en noviembre en Francia y en su interior había sido atornillado un arcón que contenía el explosivo. El vehículo era conducido por Gorka Vidal Álvaro, de 25 años, que fue abordado por la Guardia Civil a la 1.30 del domingo junto a la plaza de Cañaveras. Su compañero Irkus Badillo Borde, también de 25 años, viajaba en otro automóvil que precedía a la furgoneta para advertirla de posibles peligros. Fue detenido tras sufrir un accidente a un par de kilómetros de la localidad conquense.
Ninguno de los dos tenía antecedentes policiales, aunque habían estado relacionados con la violencia callejera. La Guardia Civil sospecha que éste era el primer encargo que habían recibido de la dirección de ETA.
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