Tiempo bueno, tiempo malo
Durante 20 minutos, Tau y Estudiantes, los dos equipos más excitantes de todo el panorama nacional, dieron una lección de lo que debería ser siempre el baloncesto. Cierto que más de un purista de los nuevos tiempos, esos a los que les duele más una canasta recibida que la alegría que produce una anotada, sacaría más de un pero a la actuación de ambos. Que si a las defensas les faltaba contundencia, que si los pívots vitorianos se dejaban en demasía ganar la posición del rebote defensivo, que si el Estu se pasaba de aceleración o incluso, por poner peros, que si Macijauskas es muy bueno pero a veces no selecciona bien sus tiros. Cierto que hubo de eso, pero el precio a pagar es irrisorio si lo comparamos con el espectáculo dado y el consiguiente disfrute del personal. Quizás el problema sea para quién se juega, si para los entrenadores o para el público.
El caso es que durante esos dos primeros cuartos el partido hizo honor a lo esperado a la vista de los contendientes, dos equipos que a pesar de adecuarse al supuesto baloncesto moderno no han perdido el gusto por la velocidad, por el contraataque, por no dejar para el segundo 22 lo que puedes hacer en el ocho. Para el Estudiantes las altas revoluciones resultan como el aire para el ser humano, imprescindibles. Jugando al tran-tran resulta un equipo del montón, sin excesivo brillo, en definitiva, dudosamente competitivo. No deja de ser curioso que fuese en los tiros de personal, la jugada más estática del baloncesto, donde ofrecieran su peor cara. En el caso de los vitorianos, la viveza la pone gente como Calderón, Scola o el mismo Macijauskas, vigilado como si fuese el enemigo público número uno y que practica la noble costumbre de que una buena posición de tiro no depende, salvo en momentos puntuales o decisivos, del estado del marcador o del reloj de 24 segundos. Por cierto, esta asignatura debería ser obligatoria y entrar siempre en el examen. Pero ni siquiera Tau y Estudiantes se libraron de otras de las plagas que nos asolan. Algo debe ocurrir en los vestuarios durante el descanso, pero igual que ocurrió el día anterior en el Madrid-Barça y en otros muchos encuentros, primeros tiempos jugados sin ataduras dan paso a segundos donde todo el atrevimiento se diluye a demasiada velocidad. Ocurrió de nuevo, y todo lo bueno se torno deficiente. Ambos equipos echaron el freno y curiosamente se cometieron más errores jugando andando que haciéndolo corriendo. Ganó el Tau pues tiene en su arsenal mejores recursos. Jugando igual de bien al principio e igual de mal al final, gana el que más talento atesora, y en esto los vitorianos se encuentran un peldaño por encima.
¿Y si se suprime el descanso?
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.