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Reportaje:

Unidos por la distancia

La Asociación Almeriense de Emigrantes Retornados celebra una convivencia con latinoamericanos residentes en España

La Asociación Almeriense de Emigrantes Retornados (Asaler), ha celebrado una convivencia con inmigrantes latinoamericanos con el propósito de intercambiar experiencias. Durante las pasadas ediciones, la convivencia se ha celebrado con colectivos de subsaharianos o magrebíes. La próxima, según las previsiones, será con trabajadores y familias procedentes de los países del Este de Europa.

Unas 180 personas se dieron cita en el albergue Juan de Austria de Aguadulce (Roquetas de Mar, Almería) para disfrutar de diferentes actuaciones folclóricas y de un almuerzo en común, que sirvió para "estrechar lazos de amistad y solidaridad", según explicó la vicepresidente de Asaler, Juana María Sánchez.

No acudieron muchos inmigrantes al encuentro -tampoco el tiempo acompañaba-, pero los que acudieron lo hicieron dispuestos a pasar un buen rato al ritmo del pasodoble y de los bailes típicos de lugares como Ecuador.

"Las experiencias migratorias tienen que unir", señaló Sánchez. En este sentido, explicó que el deber de los que han sido emigrantes pasa por hacer la estancia más fácil y grata a los que vienen.

También se expresó así el promotor de la asociación Latinoamérica Viva, Ángel López. Él es natural de Almería y es inspector de Educación. "Cuando hace tres o cuatro años comenzó el boom de la inmigración latinoamericana, y conocedor como soy de la experiencia de mi familia, que emigró, decidí sumar esfuerzos, pero especialmente dirigidos a la segunda generación", afirmó.

"Las primeras generaciones", añadió, "van más o menos sobreviviendo, pero en el caso de la segunda generación hay que trabajar por su integración y por su buena preparación para enfrentarse al día a día y al futuro en nuestro país". Latinoamérica Viva tiene un año de vida y cuenta ya con 350 socios en Almería.

Stalin Max, nació en Guayaquil (Ecuador). Es monitor de taekwondo en el Ayuntamiento de Vícar. Cuando llegó a Almería hace dos años, su hermana ya residía en Almería y decidió venirse. Al día siguiente ya estaba trabajando y seis meses después había logrado traerse a su familia. Su hija Luci tiene ocho años y estudia en el colegio Padre Méndez de Almería, dice que tiene muchos amigos en el colegio y que se lo pasa bien. "Aprendo, juego y me divierto, pero lo de bailar pasodobles es de mayores", afirmó. No se animó hasta que su madre la arrancó del asiento.

La familia de Luci es un ejemplo de integración. Echan de menos su tierra y así lo reconocen, pero dicen que aquí tienen trabajo.

Asaler propicia espacios en común para que, aquellos que se ven obligados a abandonar su tierra, como un día lo hicieron muchos españoles, andaluces y almerienses, "se sientan menos solos". La nostalgia es común a quienes han dejado atrás alguna vez su tierra y su familia. "Es un vacío imposible de llenar", dice un emigrante retornado a Almería, "pero que se alivia cuando encuentras una mano amiga, cuando te reciben con los brazos abiertos". Su esposa lo acompañó fuera durante unos años, en tierras donde sólo se hablaba era alemán. Los latinoamericanos encuentran una "barrera menos", el idioma, algo que, al fin y al cabo, lo hace todo más fácil.

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