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Entrevista:JUAN VALDERRAMA | Cantaor

"Me tildaron de 'facha' por envidia. Pero ni 'facha' ni nada, yo soy un artista del pueblo"

Su voz de jilguero y su sombrero de ala ancha son un símbolo de la crónica sentimental española, y a sus 87 años mantiene un amor propio, una memoria y una rapidez de cabeza impresionantes. Juanito Valderrama ha perdido por fin el diminutivo y ahora es Don Juan Valderrama. Esta noche, en el Palacio de Congresos de Madrid, recibe un doble homenaje: el de la Junta de Andalucía y el de los artistas flamencos, que se han volcado con el autor de El emigrante en un disco (Tributo flamenco a Don Juan Valderrama) lleno de cariño, figuras y jóvenes talentos.

Paco de Lucía, Carmen Linares, El Cigala, Juan Habichuela, Miguel Poveda, Vicente Amigo y El Pele, Montse Cortés, El Niño Josele, Juan Carlos Romero, Pepe de Lucía, Potito, Arcángel, José el Francés, dirigidos por Javier Limón, se han atrevido a cantar y tocar algunos de los temas más famosos que compuso o cantó este hombre, nacido en Torre del Campo, Jaén, en 1916, minúsculo de tamaño pero enorme en tirón y empuje, que fue empresario y embajador del flamenco y la copla durante 40 años.

Pregunta. ¿Qué le parece el disco?

Respuesta. Sólo puedo dar las gracias a los muchachos. Tienen doble mérito: se han aprendido mis cosas en vez de hacer las suyas, y lo han hecho desinteresadamente. Con Paco de Lucía hice dos LP hace 20 años, y cuando le vi hace dos le pedí que me tocara un par de tarantitas y me dijo: "Vengo de donde sea". Eso no se paga. Vicente Amigo canta por primera vez en un disco, haciendo con El Pele una versión muy bonita de El emigrante. Pepe de Lucía está perfecto en De polizón, que es tan difícil... Poveda, Cortés... En fin, que hay ahí una generación nueva con condiciones excepcionales.

P. ¿Usted sospechaba que influiría tanto en los jóvenes?

R. Sí. He cantado a tres o cuatro generaciones, y he visto que los jóvenes me tenían respeto y cariño. He sido un artista muy querido y admirado, y ahora me ven en el final como artista y persona y han sido muy generosos.

P. Pero hasta los años ochenta no fue del todo reconocido por los flamencos. ¿Quizá le identificaban demasiado con la copla? ¿O con el régimen de Franco?

R. Yo salí cantando flamenco en el 41, y hasta el 50 fui máxima figura sin ponerme un cuplé en la boca. Íbamos todos los fenómenos de turné en la ópera flamenca y valían 10 pesetas las sillas y 5 la general, pero nunca se llenaba y nunca íbamos más al norte de Valladolid. En el 43 empecé a ir con Concha Piquer, solos los dos, la butaca costaba 30 pesetas y había golpes por entrar hasta en Bilbao. Me di cuenta de que la que llenaba era ella. ¿Qué quiere decir esto? Que el flamenco es de minorías y lo sigue siendo, y que la canción es de mayorías. Así que le pedí a Rafael de León que me escribiera dos canciones, Noche hermosa y Como una hermana. Luego empecé a componer y escribí El emigrante con el Niño Ricardo al ver llorar a los españoles que se fueron a Marruecos. Yo le hubiera puesto El exiliado, pero me habrían fusilado. Escribimos juntos 40 o 50 canciones, 10 o 12 tuvieron éxito y... Llenaba en La Mancha, en Valencia, en Bahrein, en Andalucía...

P. Pero perdió el cariño de los flamencos.

R. Empezaron a darme palos, me llamaban cancionero. ¡Mentira, porque yo siempre metía 6 o 7 cantes flamencos entre las canciones! Y luego Camarón, Mercé, El Cigala, todos me dieron la razón: no serían lo que son si no hubieran hecho canción, además de flamenco. Yo nunca dejé de ser cantaor, he vivido para aprender el flamenco, pero quería vivir bien, ir a buenos hoteles, que mis hijos fuesen a la universidad, no pasar esas fatigas flamencas, no tener que cantar por 10 duros en una fiesta. Buscaba el bien de los míos, como todo el mundo. ¿Es eso desdoro?

P. ¿Y qué pasó entonces?

R. Pero ya sabes cómo es la cosa... He vivido muy bien y las envidias existen, aunque los llevé a todos contrataos: a Porrina, a Vallejo, a Pinto, a Farina; a Camarón lo presenté yo por primera vez en 1970... Pero, no sé cómo, me adjudicaron con Franco. Y yo ni Franco ni na. ¡Yo serví a la República, hice trincheras republicanas! Le canté a Franco cuando me llamó, ¡pues claro! Como Marchena, Lola Flores, Antonio Molina o Paquita Rico. ¿Qué otra cosa ibas a hacer? ¿Qué hago hoy si me llama el Rey? Se me tildó de facha por envidia, pero ni facha ni na. Yo he sido un artista del pueblo.

P. Más bien una pareja de artistas. Su nombre es inseparable del de Dolores Abril...

R. Dolores ha sido el 50% por lo menos. Si no tropiezo con ella, me hubiera retirado; teníamos la papeleta económica resuelta, tuvimos dos hijos preciosos...

P. ¿Por qué se centró en los cantes de Levante y en los llamados de ida y vuelta?

R. Eran los que me iban mejor, la colombiana, la guajira, la milonga eran cosas preciosas que dejaron de cantarse y han sido sustituidas por la bujería, un cante hermoso y difícil. Pero quiero aclarar una cosa: no son cantes de ida, sino de venida. Los trajeron los primeros flamencos que iban a América, y algunos los aprendían los toreros. La hija de Juan Simón se la enseñó a Marchena un torero. Vino el trío Los Colombianos a cantar a Sevilla y Marchena nos llevaba todas las noches. Yo no sabía por qué, y a los tres días le oigo en el baño cantando y digo: "¡Coño, era por eso!". Hizo una joya de creación. En el siglo XX no ha habido un artista más bonito que Marchena. Y su mejor amigo era Juan Valderrama.

P. ¿Cómo anda de salud?

R. Han sido demasiados viajes, 40 años sin parar, dos funciones diarias sin micrófono; ser empresario y artista a la vez es muy duro. De mente estoy como el primer día; en lo demás hago lo que puedo. Con 87 años, estar así es un milagro, un milagro de Dios y del cuidado que he tenido. Pero la gente me come por la calle como el primer día, y eso es lo único importante.

Juan Valderrama.
Juan Valderrama.BERNARDO PÉREZ

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