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Reportaje:

Una tacita sin gaditanos

La final del Carnaval de Cádiz estuvo marcada por la emigración a Castellón y la boda del Príncipe

La final del concurso de agrupaciones del Carnaval de Cádiz de 2004 se vivió ayer especialmente en dos ciudades: en la capital gaditana y en Castellón, donde residen unas 3.000 familias gaditanas que emigraron en los últimos años en busca del empleo y la vivienda que aquí se les resistían. La sangría de población que sufre Cádiz -22.000 habitantes menos desde que en 1995 llegó a la alcaldía Teófila Martínez- fue el argumento más repetido por los cuatro coros, seis comparsas y seis chirigotas que desfilaron por las tablas del gran teatro Falla.

Para el recuerdo quedan ya letras como la del primer tango que sonó en el primer coliseo gaditano. "Que se cierren las murallas (...) que Cádiz se nos desangra con todo el que se nos marcha y abandona el batallón (...) cada hombre que se aleja y cruza nuestra frontera es un trozo de bandera que falta en las Puertas de Tierra. Es una piedra menos en nuestras murallas, es una bomba que nos estalla y nos parte el corazón (...) que está en juego la tacita y hay que salvar todo lo nuestro (...) que Cádiz está deseando recuperar todo su batallón. ¡Vuelve a casa que esto aquí se muere! ¡Que si tú no estás aquí se muere! ¡Qué las fuerzas ya me están fallando! Lo mejor de Cádiz está faltando, que aunque diga que ya, por fin, se está levantando, no me sirve para nada si resulta al final que tengo una tacita la más bonita y sin gaditanos!". Lo interpretaba el coro Son de Piedra, del corista Julio Pardo, que se alzó con el segundo puesto en esta modalidad, sólo por detrás del coro Big Band, de Nandi Migueles.

Con una crítica más sutil aunque dirigida directamente al PP de Cádiz, la comparsa Las Estaciones -tercer premio- dedicaba parte de su popurrí a esta marcha forzosa de los jóvenes gaditanos. "¿Quién trajo esa maldita gaviota ingrata? Quién le puso alas a ese animal? y ¿quién le dio el poder en nuestra playa para robarnos la esperanza y para negarnos hasta el pan? (...) un viento frío que se ha llevado a otra tierra tu juventud. Cansada de encontrarse sin un sitio han dejado el paraíso y van cargando su cruz". Por delante de Las Estaciones, el jurado premió el juego de voces y mensajes de La Cárcel Vieja, de Joaquín Quiñones, y la nueva comparsa Los Regaera, formada por los integrantes de la desaparecida agrupación del galardonado comparsista Antonio Martínez Ares, dedicado ahora profesionalmente al mundo de la canción y la composición.

La boda del príncipe Felipe con Letizia Ortiz; las críticas a la guerra de Irak y al apoyo del Gobierno al presidente de EEUU, George Bush; y la marcha de José María Aznar fueron otros asideros en los que se agarraron las agrupaciones para conectar con el público y la crítica.

Con todo, si alguna agrupación queda escrita con mayúsculas para la historia del Carnaval es la chirigota Lo que Diga mi Mujer, de José Luis García Cossío, conocido popularmente comoEl Selu, a la sazón guionista del dúo humorístico Los Morancos. Caracterizados a la perfección en un tipo muy logrado de maridos calzonazos, estos esposos cuarentones se rinden a las órdenes de su mujer en todo momento y encandilan al público y al jurado, que coinciden en encumbrar esta chirigota en el pelotazo del concurso. El atracón de risa es permanente con el humor, la gracia y el doble sentido típico del gaditano. Se ríen de ellos mismos e incluso de sus mujeres, aunque enseguida rectifiquen, como cuando a estos maridos les suena el teléfono móvil: "Sí, ¿dígame?, ¡ah! Hola cariño, eres tú. Sí cariño, si cariño, ¿lo que? ¡Tú estás loca, hombre! Que digo que como tú hay pocas".

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