Mis 30 euros

Que el señor Aznar, bufanda de flecos en ristre, visite las futuristas y muy futuras nuevas instalaciones de "nuestro" aeropuerto de última generación; que los almidonados Cascos, Gallardón y compañía muestren sus mejores portes y su mejor sonrisa en este paripé inaugural (¿qué se inaugura?); que la siempre grata a mis ojos y cándida señora Aguirre, luciendo su abriguito blanco de ante, encabece a esta ilustre comitiva depolíticos desvividos por los intereses de todos los españoles (y de los obreros españoles, claro); que todo esto suceda aquí, en Madrid, y así lo vean un tendero de El Ferrol o un estudiante murciano, a mí ya me trae sin cuidado (a todo uno se termina acostumbrando).

Que yo, un sufrido currito en una empresa de limpieza que desempeña sus servicios en esta gigantesca obra en la que todo sigue manga por hombro, tuviese que hacer, voluntariamente, claro, a cuatro euros y medio un porrón de horas extra diarias para que todo estuviera maqueado el viernes 13 para tan eximias personalidades; que para mí, para un obrero español, como para mis compañeros y para una multitud de trabajadores que ejercen su profesión dentro de las instalaciones del Plan Barajas (esto sí que es un buen plan), terminase la semana laboral un día antes, o sea, el jueves, para no molestar a nuestros comprometidos representantes en el Gobierno con el ajetreo de la maquinaria "dando los últimos retoques"; que este día de asueto forzoso vaya a ser descontado, por descontado, por parte de la empresa en la que trabajo de mi lucida nómina (600 euros, casi nada); que todo esto me suceda, aquí, en Madrid, en el "complejo aeroportuario más grande de Europa", sí que me indigna.

Díganme, muy señores míos de la ejecutiva, ¿a quién reclamo mis míseros 30 euros?