_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Arenas

No estaba ayer fino y a lo campeón, el otrora poderoso Javier Arenas. Se le ve mustio, aunque no pierda el gracejo para vender que ganarán en Andalucía y de calle. Arenas, una vez que uniera su destino político a Aznar, no le queda más remedio que buscarse un lugar al sol. A Andalucía, no vuelve. Y es una pena porque Arenas siempre alegra los fondillos de quienes le rodean y tuvo un especial olfato para saber por dónde venían los borrascas y guarecerse a tiempo y en cómodas estancias. Arenas parece ya un zombi encima del ring, soltando sopapos al aire. Y es una pena, digo, porque Arenas, encadenado a los destinos de Aznar, bien merecía otra cosa.

El campeón Arenas lo hizo mal cuando, con lágrimas a punto de saltar, le confesó eterna lealtad a Aznar y peor aún cuando, en un alarde impropio de político avezado, se puso a rebufo de Teófila Matices, política propensa a la histeria y que pasea por Andalucía su sino irredento: la de perdedora.

El futuro de la derecha en Andalucía tiene nombres y apellidos: Manuel Pimentel. Volverá a los rediles de un PP menos duro y ariscado; más dialogante y más abierto a la sociedad. Y con Pimentel, políticos (caso Megino) que hubieran de abandonar el partido no dispuestos a aceptar más cacicadas (Rafael Hernando). El PP andaluz, sin esperar a las elecciones, empieza una catarsis cuyos resultados finales pueden ser de órdago.

Y la verdad es que la política, sobre todo en tiempo de elecciones, es para nota. Porque, vamos a ver, ¿cómo se entiende que la otrora aguerrida, populista, y dicharachera Celia Villalobos se niegue a encamarse, dialécticamente, con Magdalena Álvarez? Los malagueños se pierden dos puras sangres de la política, con la importancia de que en esta provincia hay un 22% de indecisos. La filosofía Rajoy es carta de naturaleza en el PP. El plaf de Mariano Rajoy es el mismo que cuando tiras una piedra a una ciénaga. No siente, no se inmuta, no existe y termina por no ser más que el apéndice inservible, algo así como la apendicitis. Los malagueños se van a perder dos debates de órdago porque los populares no están por la labor. Magdalena y Celia; Paulino y Joaquín Ramírez. Ahí es nada.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_