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Reportaje:

Cartas y música de traición

Tanttaka estrenará en abril 'Paradero desconocido', una obra sobre la amistad en la época nazi

La historia podría representar a otra escala lo que ocurre actualmente en el País Vasco: una amistad de toda una vida rota por diferencias ideológicas, una relación sincera que acaba en traición. Pero ni está ambientada en Euskadi ni en la actualidad. La escribió con seudónimo en 1938 la estadounidense Katherine Kressmann al ver los efectos del nazismo en las calles de Nueva York: alemanes a quienes ella creía conocer bien, convertidos en nazis acérrimos, daban la espalda a sus amigos judíos de siempre. La historia, Paradero desconocido, convertida en un montaje teatral en varios países, llegará próximamente a la escena vasca de la mano de Tanttaka con música en directo.

La escritora norteamericana se acercó desde la ficción a la realidad de la Alemania del 38 a través del intercambio de cartas entre un judío que regenta una galería de arte en San Francisco y su amigo y socio, que se ha trasladado con su familia a Alemania. Cada carta que se cruzan es un nuevo mazazo ideológico a su relación. "Nunca llegas a entender la barbarie", dice el director del montaje, Fernando Bernués durante un ensayo, "pero trabajar sobre esta obra te ayuda a comprender qué es lo que lleva a todo un pueblo a abrazar el nazismo: Alemania estaba en plena depresión económica", recuerda.

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Bernués se ha mantenido fiel al espíritu, al contenido y, prácticamente a la literalidad de la novela. Por eso, los dos actores leen las cartas que han escrito sus personajes: Kike Díaz de Rada, en el papel del alemán, e Isidoro Fernández, como judío. Junto a ellos, Iñaki Salvador, al piano y Peio Ramírez, al violonchelo, pondrán tono y matices a sus palabras con música. Serán sus alter ego, según apunta Bernués.

La música resulta capital en el montaje. Hasta la escenografía representará un local de ensayo de una orquesta de cámara con sillas vacantes. Es una "metáfora" de la Alemania a la que faltan músicos y una forma de simbolizar "de alguna manera la utilización de la música que hicieron los nazis, que permitieron orquestas tanto de hombres como de mujeres en lugares como Auschwitz", relata el director. Los músicos improvisan durante estos días en los ensayos y van componiendo a partir "a partir de las sensaciones que les producen la lectura de los textos y la voz de los actores", destaca Salvador.

Ésta no es la primera vez que Tanttaka aborda el tema del nazismo, que ya trató en Nacidos culpables. Con todo, aquella era una obra "sobre la culpa heredada", recuerda Díaz de Rada. "Desde el punto de vista del argumento ésta es una historia sobre la amistad y la traición". ¿Es moralista? "No lo creo", responde. "La única moralidad que puede tener, si es que la tiene, es decir: ¡Ojo! Que saber de Picasso o haber pasado por la Universidad no le salva a uno ni lo convierte en un ser por encima del bien y del mal", continúa. "Que nadie está libre de entrar en el fanatismo ideológico más absurdo como lo vemos a diario".

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Bernués le apoya: "Todo suena muy cercano a lo que se está palpando hoy día, como venerar la acción". Tanttaka pasará a ella para representar Paradero desconocido a partir de finales de abril. Los días 23, 24 y 25, lo hará en San Sebastián.

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