Gorbachov abre los debates del Fòrum
El ex presidente de la URSS denuncia la fe ultraliberal en el mercado
Mijaíl Gorbachov ofició ayer de propagandista de los Diálogos que desarrollará en los próximos meses el Fòrum de les Cultures. El último líder de la desaparecida Unión Soviética participó en el Prediálogo sobre seguridad y sostenibilidad, y pronunció por la tarde una conferencia en la Cámara de Comercio patrocinada por el Círculo de Economía en la que criticó la fe ultraliberal en el mercado y el unilateralismo con que actúa Estados Unidos.
La sesión de ayer constituye la introducción a uno de principales debates del Fòrum: Agua: vida y seguridad, que tendrá lugar a partir del 9 de mayo. Fue abierta por Gorbachov, quien afirmó que las nuevas relaciones internacionales necesitan una "nueva perestroika", refiriéndose a un nuevo orden mundial que tenga en cuenta el desarrollo sostenible y la sociedad civil. El premio Nobel de la Paz de 1990 defendió la oportunidad del próximo encuentro de Barcelona y anunció su intención de asistir al acto inaugural. Otro de los grupos de debate fue dirigido por el ex presidente de la Generalitat Jordi Pujol.
La jornada de ayer fue un ensayo general de lo que pueden ser algunos de los Diálogos (un total de 45) previstos en el Fòrum. Se inscribieron unas 250 personas, el 40% de ellas representantes de asociaciones y de organizaciones no gubernamentales (ONG); el 20%, del mundo empresarial; el 20%, de instituciones gubernamentales, y el resto, ciudadanos a título individual, según fuentes del Fòrum. La lista de ponentes tenía también diversa procedencia: desde Juan López Uralde, de Greenpeace, a representantes de Naciones Unidas, como la secretaria general adjunta Margaret Anstee, y cargos públicos con responsabilidades sobre medio ambiente de distintos países.
El encuentro fue organizado por el propio Fòrum, la Cámara de Comercio y la organización Green Cross Internacional, que lidera Gorbachov. La sesión de apertura fue presidida por el presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall; el alcalde de Barcelona, Joan Clos; el ex director general de la Unesco Federico Mayor Zaragoza, y el escritor Manuel Rivas. Todos los parlamentos coincidieron en la esperanza de que el Fòrum de Barcelona pueda ser el punto de encuentro para plantear los retos del mundo actual: la seguridad, la pobreza y el medio ambiente. Y todas las intervenciones contuvieron una crítica más o menos explícita a la hegemonía de Estados Unidos, al liberalismo a ultranza y a la globalización.
La intervención más clara en ese sentido fue la de Gorbachov. "La globalización", dijo, "ha agravado los problemas antiguos y creado nuevos. No es un proceso espontáneo, sino que está dirigido por los actores más ricos de la sociedad mundial. Incluso los que más defienden la globalización admiten que provoca más perdedores que ganadores". Mayor Zaragoza abundó en lo mismo. "Si hacemos guerras preventivas en vez de pensar en la paz y en las condiciones para preservar la paz, vamos mal. Ante esta situación , no hay que callar, no se puede guardar silencio", dijo, y a continuación se refirió a la convocatoria de manifestación del próximo 20 de marzo, primer aniversario de la guerra contra Irak.
Por su parte, Rivas, una de las personalidades que impulsaron la plataforma Nunca Máis tras el vertido del Prestige, regaló uno de los símbolos de las movilizaciones a Gorbachov, una caracola que el escritor hizo sonar en el salón de la Llotja pero a la que el ex presidente de la URSS no consiguió sacarle ni una nota.
La idea de que con este panorama mundial el Fòrum es oportuno estuvo presente a lo largo de toda la jornada. "Barcelona y el Fòrum contribuirán a construir un nuevo orden, a buscar las fórmulas de la nueva gobernanza mundial porque el Fòrum será el lugar para hablar", apuntó Maragall.
Por la tarde, frente a una representativa y nutrida muestra de las fuerzas vivas barcelonesas, encabezadas por el presidente de la Cámara de Comercio, Miquel Valls, y el del Círculo de Economía, Antoni Brufau, Gorbachov volvió a lanzar duras críticas contra la política estadounidense -"un sólo país no puede regular un mundo tan complicado como el actual", dijo- y contra las políticas ultraliberales que se aprovecharon, en su opinión, del vacío creado por el fin de la guerra fría para establecer un orden supranacional con el único fin de conseguir los máximos beneficios dejando "3.000 millones de pobres, una bomba de relojería".
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