_
_
_
_
VISTO / OÍDO
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El sexo y el obispo

Los obispos denuncian la "revolución sexual" como culpable de la violencia doméstica, los abusos y los hijos sin hogar. No puedo creer en la mala fe de los santos varones: supongo que es una ignorancia supina. La "revolución sexual" cuajó en 1968 al liberarse la mujer de la maternidad por sorpresa, al tiempo que una reducción casi total de la fuerza para el trabajo, y una casi anulación de los riesgos de mortalidad infantil y de parto; trastorna los antiguos planes de alta demografía para el ejército y el trabajo, que siguen siendo defendidos por los conservadores. Entre ellos, los profesionales de la religión, obedientes a un Papa inculto y caduco. Otra cosa es que el "sistema" se haya apropiado de esta revolución, como de las otras, y la mujer en España tenga ahora trabajos forzosos y peor pagados, y los tocamientos de Toques que están hechos y defendidos por los mismos conservadores que sostienen la Iglesia. Sin su ignorancia, los obispos sabrían cuál ha sido la condición de la mujer en España: la ejecución calderoniana sólo por sospecha, desangradas; el ahorcamiento por adulterio o el convento obligatorio, quizá la más dura de todas. Que algunas mujeres y hombres se recluyan así voluntariamente será otra forma de forzamiento moral, pero no carcelario. En países con religiones militantes, como los musulmanes, y no triunfantes, como en España, es peor: es lo que era aquí hace unos años. Antes de que llegara, con el retraso consiguiente, la revolución sexual. Los niños abandonados son de siempre: en otros países se les asesina. Aquí la Iglesia se hacía con ellos, y ponía sobre el torno de la inclusa un letrero: "Abandonado por mis padres, la caridad me recoge". Toda la novelística pobre se ha basado en los incluseros; en el abandonado a la puerta de una casa rica. Dramas de niños, de mujeres. En este Directorio de la pastoral familiar de la Iglesia en España (responsable, el obispo de Castellón, Juan Antonio Reig) se dice que la sociedad es poscristiana: por fin una verdad. Hace muchos años que se sabe. Desde que Azaña dijo que "España ha dejado de ser católica". Lo que sucedió a continuación no era catolicismo ni cristianismo, sino dictadura y empleo de la fuerza hasta la muerte del forzado.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_