Cobardes
Ayer por la tarde subí a un vagón del metro de la línea azul y me llevé una amarga sorpresa al ver a un par de puñados de cabezas rapadas. Una o dos paradas después, subió una señora extranjera con un bebé de meses en brazos. Comenzaron a empujarla y a obstaculizar su paso. Ella gritaba y trataba de proteger al bebé. Sólo otra persona y yo les hicimos frente y la dejaron en paz entre carcajadas. Estas hienas son perfectamente iguales a los etarras: unos, en grupo (nunca jamás solos), a una mujer, una señora, y con un bebé en brazos; los otros, encapuchados, de noche y por la espalda. Son la misma escoria en escenarios distintos.
Y lo que más sorprende es que lo que piensan estos xenófobos lo piensa ETA de los españoles. Hay que ver. En lugar de irse apagando, van apareciendo más fuegos. Hay que agradecérselo a los políticos y a los medios de comunicación que tergiversaron la información.
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