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Reportaje:ESPECIAL FITUR | CAPITALES EUROPEAS DE LA CULTURA 2004

El brillo de una ciudad renovada

La arquitectura contemporánea rejuvenece la imagen de Lille

Lille se alcanza en tren, un trayecto mullido y silencioso desde París que dura el tiempo que se invierte en leer tres o cuatro capítulos de una novela de Simenon. Al apearse uno irrumpe en el último monumento de la ciudad: la estación Lille-Éurope, una catedral de techo metálico y paredes de vidrio. Tres niveles de balcones ofrecen una sugestiva panorámica urbana y dejan adivinar la llanura de Flandes, que se difumina en un horizonte de bruma. La llegada del TGV es un acontecimiento para espías; puede contemplarse desde muchos puntos de vista, como si los andenes fuesen simplemente calles. Se introduce uno en el corazón de lo más nuevo, pero ve y casi puede tocar lo viejo, las torres neoflamencas, las agujas de las iglesias, las acogedoras plazas de Lille. El techo ondulado de la estación refuerza la sensación de haber llegado volando a ras de suelo en una alfombra mágica.

La capital del norte de Francia era una ciudad oscura no hace mucho. Luchaba por salir de la tremenda crisis de los años setenta, cuando su entramado industrial, textil en su base pero también minero por la región, empezó a descomponerse. Hoy son muchos los franceses que desean vivir aquí, una ciudad tranquila, bien comunicada, ideal para la familia. En menos de tres lustros el destino urbano de Lille ha dado un giro espectacular gracias al Eurotúnel, el TGV y la construcción de un ambicioso bloque de nuevos edificios. Pero antes Lille ya tenía mucho que ofrecer al viajero sin prisas. Cruce de caminos del eje Londres-París-Bruselas, la ciudad se fue enriqueciendo a lo largo de los siglos con un vasto patrimonio. Lille alberga uno de los museos más importantes de Francia después del Louvre, el Musée des Beaux Arts. Además de edificios de majestuosidad parisiense como la Ópera, que reabre ahora sus puertas; grandes espacios como la ciudadela, isla dentro de la ciudad -de ahí le viene su nombre, l'îlle-; o barrios que transportan al ambiente de las novelas de Zola, como Le vieux Lille.

1 Un complejo multiusos

Los arquitectos Rem Koolhaas y Jean Nouvel fueron los encargados de proyectar el complejo Euralille. En un millón de metros cuadrados enclavados a un tiro de piedra de edificios centenarios se concentran dos estaciones, la escuela de comercio, oficinas, un gran centro comercial, viviendas, restaurantes y un complejo de deportes. El edificio principal es el Grand Palais, sala de conciertos y exposiciones, cuya fachada de plástico y aluminio compone un enorme espejo de Lille. La construcción fluye con las características curvas de Koolhaas, mientras en el interior se alterna el hormigón y la madera. El reto de Nouvel, por su parte, fue dar unidad estética y funcional a las dos estaciones (la del TGV y la antigua Lille-Flandres) y el centro comercial. Lo consiguió gracias a un techo único de cuatro hectáreas, de modo que el viajero que acaba de descender del tren se pasea de inmediato por un espacio urbano recién diseñado que tiene un vago perfume nipón y a la vez resulta profundamente francés.

2 Plazas y bulevares

Atrapado por el embrujo de lo nuevo, al recién llegado le cuesta ir al encuentro de la ciudad pasada de moda. Lo agradecerá, sin embargo. Mientras la arquitectura del siglo XXI proclama una armonía gris, la de siglos anteriores alienta el contraste atrevido y la emoción del ornamento. Ahora ambas se dan la mano gracias a los arcos futuristas de Jean-Claude Mezières, recién instalados. El centro de Lille puede recorrerse a pie, al fin y al cabo se trata de una ciudad que no supera los 250.000 habitantes, si bien con los suburbios y villas que aglutina llega al millón. Su color es rojo ferruginoso, pues predomina el ladrillo adobado por el humo de carbón, que a veces se convierte en ocre gracias al barro de Dunkerque.

En la Grand Place, la caprichosa irregularidad de las fachadas nos recuerda que la historia de Lille se construyó a base de azares y oposiciones. La villa fue flamenca y luego bastión español hasta que Luis XIV la conquistó para Francia. Todavía pueden verse en algunos muros los impactos de los cañonazos que los franceses dispararon en 1667. El tejado escalonado y en punta de La Voix du Nord dialoga con las mansardas de los edificios vecinos. La antigua Bourse contiene en su patio interior un delicioso mercadillo de libros y flores, refugio de ajedrecistas. Los bulevares nos llevan a la Ópera y a la plaza del General De Gaulle. En medio está la célebre columna de la Diosa y la fuente que la rodea, punto de encuentro de los lillois. El nombre del estadista y el de Pasteur son los que más suenan, no en vano ambos nacieron allí.

El paseo por la zona burguesa puede culminar en el Musée des Beaux Arts, mole que alberga una impresionante galería de pinturas, donde ahora cuelgan warhols y hamiltons. En algunas salas los cuadros se amontonan, tal es la magnitud de los fondos de este museo. Al salir, y si el tiempo acompaña, iremos al Champ de Mars y la Citadelle, navegando por el canal que circunda la gran fortaleza de Vauban.

3 'Le vieux' Lille

Las mañanas de domingo, Lille se concentra en el mercado de Wazemmes, el barrio popular, un extraordinario escaparate de tipos y mercaderías venidos de todas partes. Wazemmes, al oeste de la ciudad, nos hace sentir la vitalidad de la antigua capital de Flandes, su atmósfera fronteriza. En torno a la plaza de la Nouvelle Aventure, cafés en los que habría entrado Simenon invitan a reponer fuerzas y admirar los gestos mesurados de personas que parecen haber estado siempre allí. Tanto Wazemmes como el barrio antiguo se reconstruyen y repueblan tras una larga decadencia. El llamado vieux Lille tiene explanadas verdes, un antiguo hospicio y misteriosas calles adoquinadas. Aquí se percibe el germen de la ciudad, la villa de tabla flamenca. Sin saber por qué, intuimos que este barrio soñoliento de espaldas a la vibrante arquitectura moderna será la huella indeleble que va a dejarnos Lille en la memoria.

- José Luis de Juan (Palma de Mallorca, 1956) es autor de Kaleidoscopio (ediciones Destino).

GUÍA PRÁCTICA

Prefijo telefónico

- 0033.

Cómo ir

- Lille está situado a 220 kilómetros al norte de París por carretera y a 114 kilómetros de Bruselas (Bélgica).

- En tren rápido, TGV (www.tgv.com), el viaje desde París tarda alrededor de una hora y cuesta unos 45 euros por trayecto (en la web hay ofertas desde unos 33 euros). Desde Bruselas, en tren, el trayecto cuesta unos 21 euros y tarda cerca de 40 minutos. Información de los trenes franceses: SNCF (836 35 35 35 y www.sncf.com).

Dormir

- Hotel de la Treille (320 55 45 46). 7-9, Place L. de Bettignies. Lille. La habitación doble, desde 84 euros.

- Hotel Paix (320 54 63 93). 46 bis, Rue de Paris. Lille. La doble, de 82 a 88.

- Hotel Lille Europe (328 36 76 76). Avenida Le Corbusier. Lille. 77 euros.

Visitas y Lille 2004

- Musée des Beaux Arts (320 06 78 00). Place de la République. Cierra los martes. Precio: 4,60 euros.

- Información sobre eventos de la Capital Europea de la Cultura (exposiciones, conciertos, fiestas... hasta el 8 de noviembre): www.lille2004

.com; 0890 39 20 04 (llamada local) y 0033 359 579 400 (desde fuera de Francia). Existen varias tarifas, desde un día (con transporte público, descuentos para las visitas y espectáculos) por seis euros hasta, por ejemplo, un bono para tres días con transporte público, entrada libre a las exposiciones y descuentos para espectáculos, por

45 euros.

Información

- Oficina de turismo de Lille (359 57 94 00), situada en la plaza Rihour.

- www.lilletourism.com.

- www.mairie-lille.fr.

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