La empresa española Soundart crea un instrumento musical reprogramable y de código abierto
Con los sintetizadores digitales y el sampler la industria de los instrumentos musicales electrónicos rozó la gloria. Pero la llegada de los modernos y potentes procesadores hizo pronto migrar el estudio de grabación a un espacio virtual en la memoria de los ordenadores personales. Ahora Soundart, una pequeña compañía de Barcelona, quiere devolver el golpe. Su Chameleon es una máquina de código abierto que puede convertirse en cualquier instrumento musical. Todo depende del software que se cargue en su memoria.
Corría 1999 cuando Josep Oriol Tomas, responsable de una importante distribuidora de instrumentos de música, conoció a Jesús Villena a través de Internet. Les unía la pasión por crear conceptos de instrumentos musicales digitales.
El encuentro desembocó, meses más tarde, en el Chameleon. Por fuera tiene el aspecto de un clásico módulo de sonido en formato rack; pero en realidad el Chameleon es mucho más. En unos pocos segundos se puede transmutar el aparato en un sintetizador, una unidad de efectos o una caja de ritmos.
Detrás de un sobrio panel de control, el Chameleon alberga un potente DSP, un procesador especializado en realizar los cálculos para tratar señales de audio; un tipo de chip compartido por casi todos los instrumentos electrónicos, que en realidad sólo se diferencian por el programa que ejecutan. En la mayoría de los sintetizadores el software es fijo. El Chameleon se reprograma.
Descargas gratuitas
En la jerga de Soundart, los distintos programas reciben el nombre de soundskins. En su página ya hay ocho soundskins para ser descargados gratuitamente. Algunos han sido desarrollados por la propia empresa, y otros, por programadores independientes.
Cualquier aficionado a la programación y al sonido digital puede descargar las herramientas necesarias para el desarrollo de soundskins.
Ciberp@ís ha probado el Chameleon con las soundskins. El módulo viene de fábrica con el software Australis, que emula un cálido sonido similar al de los sintetizadores analógicos. Lo mejor llega al cargar Fahrenheit y comprobar que el módulo contiene las cajas de ritmo TR808 y TR909 de Roland, y el sintetizador TB303.
Por su parte, Infiltrator convierte al Chameleon en un potente vocoder capaz de efectos extremos para los amantes de la experimentación, mientras que Ampo-matic emula el sonido de varios amplificadores para guitarras eléctricas.
Chameleon, que cuesta unos 600 euros, une lo mejor de dos mundos: cuenta con parte de la flexibilidad del ordenador, para el que existen miles de programas que realizan todo tipo de funciones; pero también recupera algo que han perdido los músicos del laptop, y es que, al fin y al cabo, se trata de una unidad física. Un aparato con botones y ruedas giratorias que se pueden tocar y manosear a antojo. Algo impagable para los compositores, que prefieren actuar con sus instrumentos antes que con ratón.
CHAMELEON: www.soundart-hot.com
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