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The Cure rescata 70 canciones y edita cuatro discos retrospectivos

'Join the dots' reúne homenajes, temas para películas y caras B

Diego A. Manrique

Con más de 25 años de existencia, The Cure en modo alguno es un grupo marginal. Su lugar está en el mainstream del rock: aparte de vender millones de discos, ha inspirado un look que es mayoritario en la tribu urbana de los siniestros. Sin embargo, su afable factótum, Robert Smith, tiene la sospecha de que el gran público ignora a The Cure, y ha decidido rescatar 70 canciones en Join the dots, un estuche de cuatro discos.

Robert Smith (Blackpool, 1959) ha aplicado a su propio grupo la teoría de las caras B. Según recuerda, en sus días tiernos de estudiante en un colegio católico, cuando compraba un single, se apresuraba a darle la vuelta: "Sabíamos que la cara A estaba bien, pero que, de alguna manera, era un truco para engañar a las emisoras y que los artistas revelaban su verdadera identidad en la cara B. Lo que escuchábamos allí era decisivo a la hora de plantearse conseguir el elepé, que suponía una gran inversión". Ahora, Smith ha seguido esa idea para elaborar una historia alternativa de The Cure.

Join the dots reúne 70 canciones perdidas en un estuche con cuatro discos, copiosas fotografías y extensas notas. Subtitulado B sides & rarities: 1978-2001 (The fiction

years), ofrece una visión panorámica de la obra más secreta de un grupo que ha desarrollado una actividad prolífica. Por ejemplo, Join the dots descubre que, a pesar de su idiosincrasia estética, The Cure estaba anclado en los artistas revolucionarios de los años sesenta: hay versiones de Jimi Hendrix y los Doors, "aunque hicimos su He

llo, I love you por su parecido con The Kinks". También se reconoce la obsesión por David Bowie: aquí aparece una recreación de Young

americans, aparte de temas elaborados con dos de sus guitarristas, Earl Slick y Reeves Gabrels.

Otra revelación es la influencia de la literatura sobre el imaginario de Robert Smith. Ya se sabía que su primer éxito, Killing an

arab, derivaba de El

extranjero, de Camus; ahora, explica que A letter to Elise viene de Les enfants

terribles, de Cocteau, aparte de que Baudelaire inspirara How beautiful you are y Adonais fuera su homenaje a Shelley.

Join the dots testimonia la tenacidad de Smith, que superó años de alcohol y hongos alucinógenos -aquí hay temas grabados bajo los efectos de diferentes sustancias- para alcanzar un razonable equilibrio vital y, si hemos de creerle, algo parecido a la felicidad. Realmente fueron tiempos enloquecidos: Babble contiene una parte de teclados tocada por un perro, mientras que el responsable oficial del instrumento, Lol Tolhurst, yacía inconsciente en el estudio. Los altibajos emocionales y las turbulencias en la formación son una constante en Join the

dots, y Robert Smith aclara que grabó determinadas piezas en solitario por una razón sencilla: "Para evitar las discusiones".

Join the dots cierra una etapa de The Cure: sus años con Fiction, sello fundado por Chris Parry, el cazatalentos de Polydor que abandonó su puesto fijo para ocuparse exclusivamente del grupo. Fiction fue un foso defensivo entre The Cure y la gran industria, que toleraba mal los bandazos del grupo y su resistencia a tomar atajos. Smith confiesa que tenía dos lemas para experimentar en el estudio: "Cuando las grabaciones se almacenaban en cintas, yo solía escribir notas en la caja. Si era algo inusual, destinado a salir como cara B, apuntaba: 'Arte bajo el martillo'. Cuando había magia y todo salía rodado, lo describía como 'hecho en su propio mundo'; ésos son los momentos más raros y más deseados".

Robert Smith, líder de The Cure, en Benicàssim en 2002.
Robert Smith, líder de The Cure, en Benicàssim en 2002.ÁNGEL SÁNCHEZ
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