"La autocensura funciona hoy mejor que en tiempos de Franco"

El director de la compañía onubense Andante Producciones Artísticas, Jesús Domínguez, de 54 años, autor e intérprete de la obra teatral Handusha, una comedia de tinte negro, es un superviviente del teatro. Domínguez anda con el tingladillo de la farsa a cuestas desde la época del legendario teatro independiente. Ha escrito más de 20 obras.

P. Usted ha afirmado que prefiere el drama o la tragedia, sin embargo esta pieza es una comedia.

R. Hay algo que tengo claro en mi faceta de autor. Mi trabajo es un oficio que he adquirido con el tiempo a fuerza de escribir, de leer y de aprender de los maestros. Cuando me encargan una obra o me apetece escribir algo, lo hago, y después ejerzo la autocrítica o adapto ese trabajo creativo a determinado público. Se trata de una obligación, no forzada, de cumplir con una tarea. Pero es cuestión de formas, lo que se resuelve en clave de drama, en esta otra se hace de otra forma.

P. ¿Por qué esa denominación a la obra, Handusha?

R. Nací en Tetuán, en Marruecos. Mi padre era militar y tuvimos una vecina mora que se llamaba Handusha. La recuerdo vagamente y cuando surgió la oportunidad de escribir esta obra la bauticé así, en recuerdo de aquella mujer que forma parte de mi infancia. La mitifiqué, la hice inmigrante, le trasladé los problemas que se le pueden presentar a una mujer en esa situación y prácticamente la he resucitado.

P. La comedia tiene un claro trasfondo de denuncia social.

R. Es una comedia de tinte negro pero también de espíritu político, de las que se hacen poco en este país donde la preferencia es la comedia blanda donde se eluda cualquier tipo de responsabilidad, de compromiso, por aquello de la autocensura, que funciona hoy maravillosamente. Mejor que en tiempos de Franco, cuando era impuesta, tangible y real. La historia de Handusha engloba varios temas, el de la inmigración y el de un artista al que le suceden los problemas propios de su tiempo.

P. ¿Por qué considera que hay autocensura?

R. Por puro instinto de supervivencia. De repente te ves envuelto en una dinámica de si alabas o no alabas. Alabar pasa por no criticar el comportamiento del poder dominante. Pero detrás de todo eso está la supervivencia, el no poner en juego tus posibilidades de proyección. Y eso tiene como resultado que al realizar cualquier tipo de manifestación artística te contienes porque de forma inmediata vienen las segundas lecturas y las consecuencias. Ninguno de nosotros se libra de autocensurarse, como en otros tiempos. Quizás ahora haya más sutileza política pero en definitiva viene a ser lo mismo: limitar la capacidad del creador.